Media votos
6,5
Votos
5.760
Críticas
5.261
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
6
6,8
2.084
Drama
En el corazón de las estepas de Anatolia, un asesino intenta guiar a un equipo de policías hasta el lugar donde enterró al cuerpo de su víctima. En el curso de este viaje, una serie de pistas sacarán la verdad a la superficie... (FILMAFFINITY)
13 de abril de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
65/09(13/03/18) Film turco dirigido por Nuri Bilge Ceylan que despierta en mí sensaciones encontradas, fruto de su desequilibrado desarrollo, de sus dientes de sierra de intensidad narrativa, un sobrio relato que a partir de un hilo de cine negro (un grupo de personas en la búsqueda de un cuerpo asesinado por las praderas desiertas de la península de Anatolia) cual McGuffin en realidad el realizador intenta hablarnos del drama existencial de la vida. Mediante este nimio argumento se despliega a ritmo denso y lento una red de relaciones mediante conversaciones en apariencia trivial, pero en las que subyace carga de profundidad críptica en el análisis de las complejas y ambiguas miserias humanas. Historia que se hace fuerte en las miradas, en los silencios, en la introspección de los personajes, en lo que es un reparto coral que cual relevista va dando relevancia a varios de los caracteres conforme avanza su desmesurado metraje. Componiendo aristas en ellos lánguidamente, haciendo emitir sus temores, frustraciones, secretos, ilusiones, inquietudes. Ceylan escribió la película junto con su esposa, EbruCeylan, y un actor, Ercan Kesal, basándose en eventos reales. Uno de los coguionistas, Ercan Kesalera médico real, para obtener su licencia, había tenido que trabajar durante dos años en la ciudad donde se establece la trama, la historia de la película se basa en eventos muy similares que el coguionista experimentó durante este período. Se incorporaron varias citas de historias de Anton Chekhov en el guión. Como curiosidad el filme toma su nombre de la magistral obra de Leone “Erase una vez en el Oeste”, fue algo que uno de los conductores pronunció durante los eventos reales, y por lo menos en términos de locaciones y ambientación hay ciertos parecidos, además de la cantidad de planos abiertos que tienen el filme, en clara referencia a los Western. Obra que cuando atrapa tu tención gusta (sin entusiasmar), pero adolece de tramos de una pesadez pesarosa, acrecentado por su excesiva duración para lo que cuenta, con demasiados segmentos contemplativos que te sacan de la película, te alejan y enfrían, costando mucho volver a ella, es de esas producciones que parecen hecha con el chip asiático donde el tiempo parece anclado, y donde los minutos parecen sinérgicos a la hondura y calidad de lo que se cuenta (y eso es un error), estos bloques (son como el hormigón) se intentan adornar con una bonita puesta en escena, pero las espesura en estos casos es cuasi-tediosa.
Los tres personajes principales, el doctor (Muhammet Uzuner), un médico de ciudad que ahora trabaja en el campo y que se siente desencantado, el fiscal (Taner Birsel), que carga con una historia que le supera, y el comisario (Yilmaz Erdogan), cuyo hijo enfermo le sume en un mundo inestable, son los tres vértices de la película. Ello en un escenario de estepa desolada en medio de Anatolia.
Posee un inicio sugerente, primero vemos a dos tipos comiendo en la nocturnidad en un garage con el cuerpo de un muerto presente, tras esto hay una elipsis un grupo compuesto por policías, médicos forenses, fiscales, e incluso el presunto asesino, recorren las praderas y colinas en tres coches, circulando en la oscura noche, donde los faros de los automóviles se convierten en especie de cometas que surcan la inmensidad. El preso desorientado guía a la comitiva en busca del muerto, saltando de lugar en lugar, convirtiendo la historia en una cuasi-road-mivie, y es que según dice, cuando lo mató estaba borracho y no recuerda bien donde lo enterró. A partir de aquí seguimos conversaciones y discusiones entre la gente del grupo, en aparente frialdad comentan temas como los culinarios (yogures,…), y mediante estas charlas vamos conociendo las personalidades latentes de estos personajes, tornando la odisea en alegoría de la búsqueda del sentido de la vida, pero en este recorrido sentimos coitus interruptus, pues todo se queda en esbozos superficiales. Sintinedo que el director no sabe lo que es una elipsis pues pareciera que pasamos toda una noche en la historia, con escenas y planos-secuencia alargados, con letárgicos acompañamientos a los autos, un tempo narrativo al que no me subscribo.
Cinta partida en dos: La primera sucede de noche, con escasos diálogos pero de calado en sus subtextos, con muchos tramos de los autos surcando lares áridos en los que los silencios abundan (en demasía), donde la estética provocada por la lírica cámara compone planos bonitos, como esa secuencia de múltiples lecturas en que la cámara sigue a una manzana que ha caído de un árbol, rueda ladera abajo, hasta que llega a la corriente de un riachuelo y flotando desciendo por la colina hasta ir a parar junto a otras manzanas varadas, ello mientras el grupo sigue buscando el cadáver en fuera de plano, mención especial para el segmento en que paran a comer en la casa del alcalde de Ceceli (para mí lo mejor de la película), donde la fotografía se funde con la poesía visual, con esa prodigiosa iluminación natural de velas, coronada con esa aparición cuasi-divina de esa bella chica, cual fantasma que nos reconcilia con la Naturaleza Humana, y a la vez muestra al hombre vulnerable en sus instintos básicos. Como también de calado emocional es la charla entre el forense y el juez sobre una mujer que “predijo” el día de su muerte, quedando una gran frase para el recuerdo "Los que se suicidan lo hacen para intentar castigar a otra persona "; La segunda parte es de día, encuentran el cadáver enterrado, los personajes parecen desprenderse de su coraza, pero la trascendencia latente del primer bloque se difumina con la luz del sol.
Los tres personajes principales, el doctor (Muhammet Uzuner), un médico de ciudad que ahora trabaja en el campo y que se siente desencantado, el fiscal (Taner Birsel), que carga con una historia que le supera, y el comisario (Yilmaz Erdogan), cuyo hijo enfermo le sume en un mundo inestable, son los tres vértices de la película. Ello en un escenario de estepa desolada en medio de Anatolia.
Posee un inicio sugerente, primero vemos a dos tipos comiendo en la nocturnidad en un garage con el cuerpo de un muerto presente, tras esto hay una elipsis un grupo compuesto por policías, médicos forenses, fiscales, e incluso el presunto asesino, recorren las praderas y colinas en tres coches, circulando en la oscura noche, donde los faros de los automóviles se convierten en especie de cometas que surcan la inmensidad. El preso desorientado guía a la comitiva en busca del muerto, saltando de lugar en lugar, convirtiendo la historia en una cuasi-road-mivie, y es que según dice, cuando lo mató estaba borracho y no recuerda bien donde lo enterró. A partir de aquí seguimos conversaciones y discusiones entre la gente del grupo, en aparente frialdad comentan temas como los culinarios (yogures,…), y mediante estas charlas vamos conociendo las personalidades latentes de estos personajes, tornando la odisea en alegoría de la búsqueda del sentido de la vida, pero en este recorrido sentimos coitus interruptus, pues todo se queda en esbozos superficiales. Sintinedo que el director no sabe lo que es una elipsis pues pareciera que pasamos toda una noche en la historia, con escenas y planos-secuencia alargados, con letárgicos acompañamientos a los autos, un tempo narrativo al que no me subscribo.
Cinta partida en dos: La primera sucede de noche, con escasos diálogos pero de calado en sus subtextos, con muchos tramos de los autos surcando lares áridos en los que los silencios abundan (en demasía), donde la estética provocada por la lírica cámara compone planos bonitos, como esa secuencia de múltiples lecturas en que la cámara sigue a una manzana que ha caído de un árbol, rueda ladera abajo, hasta que llega a la corriente de un riachuelo y flotando desciendo por la colina hasta ir a parar junto a otras manzanas varadas, ello mientras el grupo sigue buscando el cadáver en fuera de plano, mención especial para el segmento en que paran a comer en la casa del alcalde de Ceceli (para mí lo mejor de la película), donde la fotografía se funde con la poesía visual, con esa prodigiosa iluminación natural de velas, coronada con esa aparición cuasi-divina de esa bella chica, cual fantasma que nos reconcilia con la Naturaleza Humana, y a la vez muestra al hombre vulnerable en sus instintos básicos. Como también de calado emocional es la charla entre el forense y el juez sobre una mujer que “predijo” el día de su muerte, quedando una gran frase para el recuerdo "Los que se suicidan lo hacen para intentar castigar a otra persona "; La segunda parte es de día, encuentran el cadáver enterrado, los personajes parecen desprenderse de su coraza, pero la trascendencia latente del primer bloque se difumina con la luz del sol.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Ceylan centra la historia en un retrato de personalidades, en lo que muchos han querido ver un crisol representativo de la sociedad turca. Un comisario pragmático, unidireccional, lo bueno y malo es su división natural de lo que percibe. Su objetivo es encontrar el cuerpo y nada más, las motivaciones ni le competen, ni le preocupan. Yilmaz Erdogan lo encarna de modo vivaraz y con nervio; El juez cree en las aristas, en lo complejo, en la ambigüedad humana, siempre hay grises, su anhelo sobre las causas mentales por las que se pudo producir el asesinato. Taner Birsel lo interpreta con sobriedad y aportando dosis de humor, como cuando se compara físicamente con Clark Gable; El médico forense es materialista y racional, no cree en lo místico, todo tiene una razón de ser para él, todo debe ser explicado científicamente, para él el asesinato tuvo causas terrenales y llega asentir empatía con el homicida. Es con el doctor con el que el director se siente más cómodo, el que para él parece reflejar la brújula moral del relato. Muhammet Uzuner le da vida con mucho sentido introspectivo, le da capacidad de reflexión, de preguntas sin respuestas, emitiendo con su triste mirada mundo interior.
Aun teniendo su hálito de interés es un film que se me ha hecho eterno, salvado por escasos oasis en modo imágenes sugestivas o diálogos inteligentes, pero en su conjunto los dientes de sierra han estado más tiempo en valles que en picos, no ayuda que al final todo se sienta plúmbeo, in media res, historia que empieza ya empezada y que acaba antes de terminar, una divagación mental petulante sobre unos hechos que se podrían haber contado en muchísimo menos tiempo y con ello haber aminorado minutaje de tedio, y haber ganado en solidez rítmica, no digo que con ello hubiera sido extraordinaria, pero si habría subió enteros.
Puesta en escena notable para infundir el estado de ánimo adecuado, uno melancólico que cale por su inmensidad estéril, con estupendo diseño de producción de Çagri Erdogan, rodando en las estepas de la Anatolia Central-Turquia (Keskin; Kirikkale), bajo la cinematografía excelente de Gökhan Tiryaki (“Sueño de invierno”), con un bañado de tonalidades cálidas, acogedoras, emitiendo en sus planos especie de atemporalidad en medio de la nada, maravilloso en las tomas generales nocturnas donde los autos parecen entes que cruzan el espacio, con planos-secuencia que refuerzan la sensación de realismo, con secuencias con mucho lirismo, como las ya mencionadas en la casa del alcalde , o la de la manzana, ello en un compendio que exhala acritud y desesperanza.
Spoiler:
El epílogo del film resulta bastante turbador y críptico, llega el final en un fundido a negro sobre la mirada del doctor forense por una ventana a unos niños que juegan en la calle, y sobre mencionado apagado de luz se oyen los instrumentos quirúrgicos de la autopsia, supongo que para reflejar la dualidad existencial, de cómo convive toda la vida por delante de los chiquillos y a unos metros la muerte.
En conjunto me queda una obra con algunos momentos exquisitos, pero en un todo con demasiados espacios vácuos, haciéndose por momentos interminable. Fuerza y honor!!!
Aun teniendo su hálito de interés es un film que se me ha hecho eterno, salvado por escasos oasis en modo imágenes sugestivas o diálogos inteligentes, pero en su conjunto los dientes de sierra han estado más tiempo en valles que en picos, no ayuda que al final todo se sienta plúmbeo, in media res, historia que empieza ya empezada y que acaba antes de terminar, una divagación mental petulante sobre unos hechos que se podrían haber contado en muchísimo menos tiempo y con ello haber aminorado minutaje de tedio, y haber ganado en solidez rítmica, no digo que con ello hubiera sido extraordinaria, pero si habría subió enteros.
Puesta en escena notable para infundir el estado de ánimo adecuado, uno melancólico que cale por su inmensidad estéril, con estupendo diseño de producción de Çagri Erdogan, rodando en las estepas de la Anatolia Central-Turquia (Keskin; Kirikkale), bajo la cinematografía excelente de Gökhan Tiryaki (“Sueño de invierno”), con un bañado de tonalidades cálidas, acogedoras, emitiendo en sus planos especie de atemporalidad en medio de la nada, maravilloso en las tomas generales nocturnas donde los autos parecen entes que cruzan el espacio, con planos-secuencia que refuerzan la sensación de realismo, con secuencias con mucho lirismo, como las ya mencionadas en la casa del alcalde , o la de la manzana, ello en un compendio que exhala acritud y desesperanza.
Spoiler:
El epílogo del film resulta bastante turbador y críptico, llega el final en un fundido a negro sobre la mirada del doctor forense por una ventana a unos niños que juegan en la calle, y sobre mencionado apagado de luz se oyen los instrumentos quirúrgicos de la autopsia, supongo que para reflejar la dualidad existencial, de cómo convive toda la vida por delante de los chiquillos y a unos metros la muerte.
En conjunto me queda una obra con algunos momentos exquisitos, pero en un todo con demasiados espacios vácuos, haciéndose por momentos interminable. Fuerza y honor!!!