En principio había decidido suspender la película, pues aunque se deja ver, hay un giro de guión metido con calzador para forzar un desenlace trágico del todo innecesario, al menos a mi juicio.

Pero luego he pensado que el final quizá no sea tan gratuito. Me explico: la película me recuerda a una de las historias que se recogen en ‘El fin del Homo Sovieticus’, donde un chico acaba entre rejas por amor: “Si de verdad me amas, demuéstramelo; mata al primer hombre que pase”. Pues dicho y hecho.

La protagonista se encuentra sospechosamente sola. Pensamos con el agente de policía: es demasiado atractiva para estar sola. Algo falla. Pero ya no hay nada que hacer: es imposible que un hombre mantenga la cordura cuando se encuentra con una mujer tan guapa y desvalida. El agente firma su sentencia desde el momento en que establece contacto visual con ella, y con el paso del tiempo sus decisiones serán cada vez más desafortunadas: abandona a su mujer e hijos, actúa a espaldas de la ley, pone en riesgo su puesto de trabajo, secuestra a una familia en su propia casa...

He dicho que el desenlace no me había convencido, que el final trágico me parece muy forzado, pero es posible que la película nos esté proporcionando una muy sabia lección: si te acercas a una chica atractiva y solitaria, acabarás mal.

No sé, es la única manera que tengo de explicar un final tan aparatoso e innecesario: todos sufren una locura transitoria provocada por la desamparada muchacha, un pajarito enviado por dios y que solo trae desgracias a quienes se le acercan.

En fin, que estaba de guasa, pero la verdad es que empiezo a pensar seriamente que la película no va sobre un caso de desahucio, sino sobre la típica ‘femme fatale’ que vuelve locos a los hombres.

Supongo que la elección de Jennifer Connelly para el papel de la protagonista tiene todo el sentido, pues está claro que la mujer levanta pasiones.