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Voto de Niccólito:
10
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7,4
52.473
Bélico
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Rodada íntegramente en japonés, la película ofrece la versión nipona de la batalla de Iwo Jima, el episodio más cruento de la guerra del Pacífico, en el que murieron más de 20.000 japoneses y 7.000 estadounidenses. El objetivo de la batalla para los japoneses era conservar un islote insignificante, pero de gran valor estratégico, pues desde allí defendían la integridad de su territorio. El mismo año, ... [+]
9 de abril de 2007
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno debe de intentar, al abordar la valoración estética de una obra, que la imparcialidad sea su guía, que sus simpatías ideológicas y sus gustos personales no enturbien los méritos o defectos del film. Bien pues a quién esto escribe le resulta casi imposible hacer con el cineasta en cuestión (también le pasaría con otros, Spielberg, por ejemplo), pues es tal la sintonía que siente por su visión sabia y penetrante de la condición humana, por su sobria perfección narrativa, por lo poético y evocador de sus imágenes y por su compromiso ideológico, que le lleva a cuestionar las actuaciones de su país de manera frontal y sin ambages. A pesar de ello creo que puedo intentar la tarea de decir por qué cartas desde Iwo-Jima (o en su mucho más hermoso título original Red Sun-Black Sand) me parece una obra maestra. La película arranca con imágenes del Iwo-Jima actual acompañada del tema musical que nos define, ya desde el arranque, cual será el espíritu de la película (algo ya clásico en el maestro estadounidense) para centrarse en las labores de excavación arqueológica en los túneles en el que los soldados japoneses se veían obligados a hacinarse y a luchar, sin ningún apoyo del imperio por el que sacrificaban la vida. Mediante un suave enlace (que marca el estilo de la obra en el montaje, de un lirismo hermoso en su uso de sobreimpresiones y fundidos en negro de una suavidad y sensibilidad sólo posibles para un artista que se conoce y se comprende) penetramos ya en el drama de los soldados japoneses y su valiente, aunque suicida resistencia ante el invasor norteamericano que ya tenía ganada la guerra. Eastwood analiza con ojos de cirujano las situaciones de crueldad extrema, racismo ideológico, pero también de valentía y de piedad (recordándonos en esto a las otras grandes obra maestra del género bélico de este período Salvar al soldado Ryan, en la que su amigo y compañero en esta aventura, Steven Spielberg, también exploraba aquellas actos de bondad que surgen de situaciones de extrema violencia y sinrazón y La delgada línea roja que desde el concepto de la amistad nos daba esperanza sin renunciar a la denuncia de lo terrible de la confrontación bélica) cometidos por ambos bandos.
(Continua en la parte spoiler sin datos reveladores de la trama)
(Continua en la parte spoiler sin datos reveladores de la trama)
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spoiler:
Especialmente emotivas resultan dos escenas que funcionan por oposición, la primera de ellas desde el bando japonés acontece con la llegada de un prisionero norteamericano herido en combate, mientras sus hombres esperan acabar con su vida para menguar su dolor, su oficial les ordena curarlo, después de las protestas de un soldado incómodo ante la idea él le contesta, no esperarías tu lo mismo. Cruel y desolador ejemplo de la anterior es lo que acontece desde el otro bando, cuando dos soldados japoneses desertores de su ejército se rinden ante las tropas invasoras, agotados comentan con anhelo que los soldados americanos los alimentarán (de hecho uno de ellos dice "Nos darán de comer" a lo que el otro replica "Comer. Qué bien suena eso") mientras dos de ellos parlamentan sobre el fastidio de tener que vigilarlos hasta que uno decide asesinar a ambos prisioneros para acabar con el problema (la valentía de Eastwood y Spielberg en estas películas es sencillamente inédita en otros artistas y habitual en la pareja). Eastwood afronta con la total serenidad que le imprime su talento y maestría lo que separa lo cruel de lo sublime y eso es la persona en sí misma, al margen de la ideología, es la persona en último término quién decide actuar en la senda del bien o en la de las sombras. Como afirma el oficial japonés (campeón olímpico de hípica y salvador del soldado norteamericano de la ira de sus soldados, aunque acabe expirando por sus heridas) antes de suicidarse en la soledad pues a quedado inútil para dirigir a sus hombres en el combate, "Hacer lo correcto porque es lo correcto". Eastwood lo ha hecho. Nosotros escuchamos