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España España · sevilla
Voto de brulote:
5
Documental Leopoldo Panero, poeta, murió en Astorga, donde había nacido, en el año 1962. Catorce años más tarde, las personas que más íntimamente estuvieron ligadas a él, Felicidad Blanc, su viuda, y sus tres hijos, recuerdan aquel caluroso día de agosto. El recuerdo queda sometido a algo más que aquella fecha. Surgen otras vivencias. Y a través de la palabra y del recorrido por habitaciones, objetos, calles y lugares perdidos, se desvela la ... [+]
17 de marzo de 2010
18 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver “El desencanto” treinta y cuatro años después de su estreno no es encontrar un epitafio apóstata del franquismo, como entiendo que sucedió en su momento. Esta película debió impactar como pocas, sobre todo por la ausencia absoluta de catarsis: sólo hay indiferencia, desolación y exhibicionismo desganado.

Después de tantos años “El desencanto”, tres hijos y una madre destrozando a un padre muerto que no puede defenderse, se ve más como un “Reality”, con fotografía en blanco y negro para otorgar una pátina de qualité. Cuatro personas mediocres –lo lamento por los seguidores de Leopoldo María, no es más que un mal poeta con apellido y esquizofrenia- se prestan a culpar de sus respectivos fracasos vitales al que no está; uno de los hijos lo detesta por inercia generacional; otro, por haber sido lo que él nunca será; y el tercero se reviste de lamentable narcisismo para justificar su nada absoluta. El valor que tiene “El desencanto” es el de mostrar el grado de ridiculez que puede alcanzar la mediocridad cuando no es aceptada.

Capítulo aparte merece la viuda, Felicidad Blanc. Blanca y feliz por fuera, gris y amargada por dentro, despelleja a Luis Rosales sin piedad por su amistad con su marido y deja entrever que la muerte de Panero supuso una liberación personal. Apoyada en sus hijos y con la marca Panero como aval, inició una vida social a la que siempre aspiró y que su propia valía como escritora jamás le hubiera dado. Su intervención en “El desencanto” no sólo es impúdica, es directamente obscena.

Desgraciadamente a Leopoldo Panero se le recuerda por esta película, en la que ni siquiera aparece. Fue un poeta espléndido, superior a Luis Rosales y cercano en calidad a Gerardo Diego; recomiendo a los que hayan visto esta película que lean “Escrito a cada instante”, como antídoto.
brulote
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