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España España · BARCELONA
Voto de DIEGO:
7
Comedia. Drama Julio Blanco, el carismático propietario de una empresa que fabrica balanzas industriales en una ciudad española de provincias, espera la inminente visita de una comisión que decidirá la obtención de un premio local a la excelencia empresarial. Todo tiene que estar perfecto para la visita. Sin embargo, todo parece conspirar contra él. Trabajando a contrarreloj, Blanco intenta resolver los problemas de sus empleados, cruzando para ello ... [+]
16 de octubre de 2021
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fernando León ha hecho una película muy pedagógica. Y lo digo porque estoy convencido de que debería ser de obligatorio visionado para los alumnos de primer curso de cualquier carrera de empresariales que se precie de este país. Con un único objetivo, de carácter deontológico: aprender cómo no debe relacionarse ni actuar un empresario con sus empleados en el desempeño de su función, bajo ningún concepto. El cineasta le da la vuelta al calcetín para pasar de "Los lunes al sol" a "El buen patrón", dándonos una nueva visión del escenario laboral de esta España tan necesitada. Y en la última película Javier Bardem -inmensa interpretación- encarna a un empresario, al que se llama patrón para incidir en el caciquismo arcaico tan propio del país; de esos que, bajo la apariencia de benefactor bienintencionado, de amigo de sus trabajadores, sus siervos y vasallos, padre, hermano, consejero y confesor a la vez, se aprovecha de ellos para exprimirlos en beneficio de sus intereses y de su empresa. Un embustero, un farsante y un cretino que llega a creerse hasta sus propias mentiras; y que ni siquiera repara en abusar de sus jóvenes y guapas becarias como si tal cosa cuando le atraen y le va la marcha. Muy hermano y amigo, pero que a las mal dadas es capaz de invertir los términos para considerarte un demonio; hay de ti cuando caes en desgracia y ya no eres productivo para la empresa o un lastre para ella, por el motivo que sea, qué más da. La empresa ante todo, la que es de todos y para todos, esa gran familia... Capitalismo de lobo con piel de oveja. Parece mentira que en pleno siglo XXI continúen existiendo empresarios de esa calaña, y lo que es más triste, empleados que se crean la patraña y se presten al juego que impone el farsante. Y ocurre: que fulanito tiene problemas..., pues nada hombre, allí está su patrón para llevarlo a cenar a un buen restaurante, agasajarlo a todo tren, aconsejarle como un padre, porque lo es de verdad, o un hermano, porque lo es de verdad, o eso dice, llevarlo de putas si es necesario, y cargarle las pilas para que vuelva a darlo todo por la empresa. ¿Y los problemas personales? Pero si eso importaba un bledo desde el principio..., toda la preocupación era una farsa, y así continuará siendo. Y también sucede: que le gusta una joven becaria al servicio de la empresa..., pues se le pone un piso y se le regala todo lo que sea necesario para conquistarla y consumar el capricho; y si no, otro más para la lista del Me Too. Una pieza de cuidado este patrón fabricante de balanzas, siempre a la búsqueda del equilibrio, disfrazado de jefe y ciudadano ejemplar. Tanto es así que el bienhechor hasta tiene en nómina a un antiguo empleado de su padre, un exquisito Celso Bugallo, habitual de las películas de León, para que le haga cualquier trabajo y trabajillo; dejándose su vejez en los infiernos de la fábrica; esa fábrica de la gran familia. Impresionante el plano final sostenido de la película, que cada cual lo interprete como quiera; a saber lo que vino a la cabeza de cada espectador durante la espera. He explicado cómo es la figura de un buen patrón, pero no he desvelado nada de la trama ni de la historia. Eso ya lo dejo para el espectador, como es natural. Estoy diciendo tonterías yo ahora, y es que todo se pega...

Así es el patrón de "El buen patrón". Pero a este energúmeno, que bien podría pasar, con otra historia y talante, por el señorito de Juan Diego en "Los Santos Inocentes", lo convierte Fernando León en un personaje que, con esa humanidad aparente e interesada, puede llegar hasta hacer sonreír al espectador, consiguiendo su simpatía si se descuida. Claro que la película, como acostumbra a ser el cine del director, está tratada en clave de comedia ácida, y este tratamiento puede dar más pie a ello. Y repito, en todo caso con un Javier Bardem extraordinario, como ya lo estuviera en "Los lunes al sol". Yo diría que, utilizando rasgos que caracterizan al protagonista de las dos películas, su picaresca, petulancia y ocurrencia, y su total cara dura, el industrial de la nueva tiene algo de aquel parado de la antigua. A mí me lo pareció así en ocasiones, o quiza fueran amagos de los recursos interpretativos de Bardem. El resto del reparto está fantástico, Manolo Solo, Celso Bugallo, Fernando Albizu, Almudena Amor, Sonia Almarcha..., hasta mi admirado Francesc Orella en su corta aparición (uno de los grandes actores de este país, al que espero que algún día le ofrezcan un gran papel en el cine; su mérito en el teatro y en televisión está más que contrastado). Por otro lado, la película tiene una buena factura, clásica y al servicio de la historia sin nada destacable en su puesta en escena, bien narrada. Y cuenta con una música muy acertada y bien utilizada de Zeltia Montes.

De nuevo Jaume Roures con Mediapro coproduce a Fernando León, un binomio que, como mínimo no deja de sorprenderme una vez más. Pero así funciona el mecenazgo, los intereses y o el dinero.

Dice Fernando León de Aranoa: "En la sociedad actual imperan el miedo, la jerarquía y el vasallaje".
DIEGO
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