Considerada un clásico del cine, esta es, quizás, la más afamada de aquellas resultantes de la dupla conformada por Werner Herzog y Klaus Kinski, quienes tuvieron una muy particular relación de amor y odio a la vez, relación que, según la leyenda, culminó en muy malos términos, con amenazas mutuas de muerte.
En sí es un remake de "Nosferatu" de Frank Murnau, del año 1922; el argumento de aquella es respetado con un alto grado de fidelidad. Dada su condición de remake, es lógico que esté llena de referencias al filme original (incluso la apariencia de Kinski es similar a la del misterioso Max Shrek); no obstante, Herzog se asegura de dejar elementos de su propio sello, por ejemplo, Drácula ve su inmortalidad cómo un castigo o similar, siente el deseo y necesidad de envejecer y morir como un humano convencional. Lamentáblemente, también incluye una particular escena digna de una comedia, pero indigna de este filme (spoiler).
A pesar de que la sensación final es positiva, queda la sensación de ser una película sobrevalorada. Si bien es un producto digno, le falta para ser la obra maestra de la que tanto se suele hablar.