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Voto de GUSTAVO:
8
Drama Provincia de Yunnan, al sudoeste de China. Un tribunal ambulante recorre los sinuosos caminos en su gira anual. El viejo Feng es el juez. Su secretaria, Yang, hace su último viaje antes de jubilarse por no tener titulación. Les acompaña el joven secretario Ah-Luo, recién salido de la Universidad, pero que no conoce la lengua local y tiene mucho que aprender. Un viaje fuera de lo común por la China rural y sus minorías étnicas, en donde, ... [+]
23 de junio de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La propuesta cinematográfica del chino Jie Liu abarca muchos temas, en ese sentido se le puede acusar de pretenciosa, sin embargo hay que ver la maestría con la que logra insertarlos en la puesta en escena. Porque no se trata de una historia simple sin fuerza dramática, es, en primer lugar, una road movie que hace la constatación física de un país imponente e inmenso, emergente, con minorías étnicas que viven perdidas entre las montañas a mucha altitud, cuyos habitantes recién están saliendo del analfabetismo y de la miseria, zonas aisladas geográfica y culturalmente en pleno siglo 21; es en ese contexto que vemos a un juez itinerante representante del Estado, llevando el escudo de la República Popular a lomo de mula, conciente que las tradiciones tienen más arraigo en la población y tiene que adaptarse a ellas y no al revés, acompañado de una jueza experimentada oriunda de la zona, que sirve de intérprete, a punto de jubilarse por causa de nuevas leyes, y de un juez novel titulado que representa la modernidad aplicada a la ciudad. Es una película de caminos encontrados, sinuosos, de un choque cultural muy pronunciado, de sentimientos ocultos que se extienden hacia los mismos integrantes del tribunal que llevan a cuestas un pasado lleno de fracasos que no les permite asumir el presente y que los condicionará en el futuro.
Las escenas del tribunal ambulante que se arma al paso hacen recordar a los juicios sumarios que aplicaban los maoístas en plena Revolución Cultural. Son escenas con resolución teatral que les da un sello tragicómico y constituyen toda una sutil alegoría sobre la imposición obligada de las ideas y su posterior reforma por un sistema más pragmático que va de acuerdo a las necesidades e idiosincrasia del pueblo chino.
Jie Liu parece, además, un director que desafía a la censura política, su película tiene pistas sobre la situación imperante, toda esa historia sobre el robo de la mula y del escudo símbolo del Gobierno por un ladrón impune que es ocultado por los lugareños, así lo demuestra.
Se trata entonces de un filme que exuda verdades por sus cuatro costados sin necesidad de imponer diálogos rebuscados o giros muy marcados. Todo a cuenta de una presentación paulatina de personajes, fotografía preciosista, cámaras fijas, redundantes y con mucha vocación de poesía.
Quiero manifestar mi aprecio por el esfuerzo que ha hecho el Centro Cultural de la Universidad Católica de Lima para presentar la muestra de cine chino donde esta película se enmarca.
GUSTAVO
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