Paco León te aporta luz en cada plano, tanta, que a veces deslumbra, tanta que en ocasiones se difumina el fondo inundado de luz. Por otro lado la película te aporta luz para conquistar al amor de tu vida, para abrir la mente a los otros, para entender que no estás sólo en tus manías y en tus desviaciones, que no son tales. La película te llena de luz y de esperanza en que tienes a alguien en alguna parte que puede encajar en tu esquema vital por diferente que te resulte.
Te ríes con ganas a lo largo de toda la película. La escena introductoria está llena de imaginación y de imágenes novedosas que sitúan el listón bien alto de partida. Y ahí en lo alto se queda a lo largo de todo el metraje. No te aburres, todos los temas están tratados con delicadeza, nada resulta soez, ni excluyente. Es una gozada dejarte guiar por ese Madrid luminoso que no enseñan, de la mano de los diferentes personajes; son bastantes, pero van encajando en la sucesión de escenas de manera natural, sin gestos forzados ni trucos del guión. Te cuelas en la intimidad de cada protagonista, no como un fisgón impune, si no queriendo participar en la comedia, compartiendo sentimientos, sensaciones, alegrías y frustraciones. Te sientes uno más, atraído por la luz de las imágenes.
En especial me ha gustado el tratamiento del sonido que hace de los protagonistas con deficiencias auditivas. Creo que a partir de ahora será mucho más fácil entender cómo se relacionan con su exterior y con su interior.
Una película genial que te invita a abrir tu corazón y tu vida a los demás para encontrarte a ti mismo.