Los españoles nos metemos a producir cine comercial y, como siempre, la cagamos. Cargo está protagonizada por un Daniel Brühl que hace turismo en África actuando como si fuera un niño de 13 años. En los primeros 5 minutos es capaz de hacer la mayor cantidad de estupideces que uno puede imaginar, y a partir de ahí incrementa el ritmo hasta la apoteosis total

La estancia en el barco en ningún momento crea claustrofobia, y eso que la película se prestaba a ello. De hecho, fui pensando ver una buena película de terror psicológico y salí horrorizado pero de lo mala que era.

El guión es pésimo e increible en el sentido de que nadie se lo cree. Diálogos que no aportan nada, que no explican nada y que acaban desembocando en un completo sinsentido.

En fin, no la vean, no lo alquilen, no vayan a verla: tirarán su dinero y nadie se lo va a devolver.