No sé si es justo pero sí inevitable, comparar la obra cinematográfica con la literaria que la inspira. No sé si es justo porque la dificultad de la tarea es siempre reconocida de antemano y en la mayor parte de las veces, casi todos se quedan en el intento. Sin embargo, después de algunos gloriosos ejemplos como "El señor de los anillos" o "La joven de la perla", se puede aspirar a ver una obra literaria bien plasmada en la pantalla.

En este caso, me parece que no pasa de ser un digno intento de abarcar la complejidad argumental, que no literaria, de la obra de Larsson. Aunque se agradece la falta de efectismo, la eficacia de los actores, la honestidad y el rigor que persigue la película, los personajes de la novela se me antojan más humanos, vibrantes y brillantes, aunque el brillo de Salander sea, a menudo, tan negro como el azabache.

No sé si es que las páginas han tenido la virtud de estimular mi imaginación mas allá incluso de la propia realidad de la obra, en cuyo caso, tendría otro motivo más de agradecimiento hacia el autor. O tal vez sea lo que Carlos Ruiz Zafón apunta en "La sombra del viento": ..."Un libro es un espejo en el que sólo podemos encontrar lo que ya llevamos dentro, al leer ponemos la mente y el alma y esos son bienes cada día más escasos"....

El hecho es que la película se me ha quedado un poco en el intento...el intento entre otras cosas, de percibir la vulnerabilidad de esa Lisbeth Salander, maestra en devolver las agresiones físicas y morales, pero tan insegura como la mayoría ante los zarpazos de las ataduras emocionales.