Sin un guión alucinante, sin grandes secuencias, Sam Mendes consigue hacernos pensar, disfrutar de la Winslet y volver a ver a DiCaprio correr por la calle como lo hacía en ‘Atrápame si puedes’.
Revolutionary Road no es la mejor película del mundo, pero sí es esa que a la salida del cine te hace pensar y camino a casa vas hablando de ella con tus acompañantes de butaca. Kate interpreta a esa mujer de los 50, la cual puede ser una de hoy en día porque en algunas cosas hemos cambiado mucho, pero en lo básico (el amor, el matrimonio, las ideas ‘conservadoras y preconcebidas’ sobre la rutina que conlleva la vida en pareja y con hijos…) continuamos sin avanzar lo suficiente. Me siento April, especial, única y diferente al resto de personas, queriendo abandonar la monotonía y dándolo todo por alguien que al final te defrauda y realmente no te sigue en el camino. Me siento como ella de abandonada y desilusionada porque da igual antes que ahora, la gente se acomoda y prefiere renunciar a sus ‘ideales’, a sus ‘principios’ por una ‘vida convencional’ y aparentemente ‘segura’. Vacía y llena a la vez, defraudada y orgullosa, con ganas de vivir, pero sin fuerzas para seguir…