Hay algo que en vuelve la cinta de Craig Brewer, autenticidad, factor casi esencial que no acostumbra a respirarse en muchos largometrajes. Las mayores bazas de “Hustle & Flow” es su profunda inmersión a un mundo desarraigado y desasosegado, fácilmente vislumbrable en cualquier sociedad, que margina a todo aquel que no lo haya tenido nada fácil.

Los personajes de este film no son más que unos perdedores que tratan por todos los medios sobrevivir en una opresiva sociedad que les ha marginado por su condición. No obstante, hay unos inconformistas que a la vez son fieros y luchadores, como el personaje de Terrence Howard, que tratan ser algo más y de salir del atolladero en que están metidos.

De esta idea parte Brewer para relatarnos una dramática historia donde términos como la lucha y la auto superación son los pilares básicos para sujetar su pesada estructura. Es un film sincero y directo, nos habla sin rodeos y sin ningún tipo de concesiones, con escenas duras que muestran sus complicadas desventuras y vivencias.

Sería un tremendo error hablar de “Hustle & Flow” sin hacer inciso alguno sobre la música, pues es el alma de la película, la llave que sus protagonistas usan para salir de su precaria situación y el eje clave que le da autenticidad y rumbo a la trama. Son pocas, pero sus melodías son las que consiguen derrochar fuerza al largometraje cuando éste no se vale por su cuenta, aunque en pocas ocasiones.

Sus actores, como el resto de aspectos del guión, son puros, auténticos. Es imposible no sentir empatía alguna por ellos. La odisea de Craig Brewer va más allá de ser una historia de perdedores, son personas que no han gozado de la suerte y que deben hacer lo imposible para vivir. No obstante, saben que pueden llegar a más y usan todo lo que conocen, su empeño y pasión para conseguirlo.

Es una cinta sencilla, sin demasiados alardes técnicos o meramente cinematográficos pero con una fuerza notoria por la personalidad de sus personajes, en especial Terrence Howard, un actor de lo más inspirado y poco reconocido que nos arrastra a ese cruel mundo del que no queremos oír hablar y aún menos entrar. Eficaz y real.