Si mi anterior crítica a "La fosa común" (también basada en un relato de Stephen King) hacía referencia al planteamiento, en el caso de "Verano de corrupción" debo aludir al tempo de la película. Discrepo de quien afirma que Bryan Singer imprime un ritmo narrativo con pulso. Cuando pensaba que me quedaba una media hora solo para terminarla, descubrí que eran todavía 60 los minutos restantes. Eso quería decir que algo fallaba.
No se puede negar que es un trabajo de actores y por ello tampoco debo suspenderla. Ian McKellen está soberbio y odioso, mientras que Brad Renfro muestra cómo su personaje sufre un cambio tras escuchar las atrocidades de los nazis. De todas formas, sigo pensando que es poco lógico que el chaval no denunciara al criminal a la policía, por mucho que deseara conocer la verdad. Pero con Stephen King de por medio, todo lo increíble puede ser cierto.