Es cierto. La gente tiende a infravalorar esta obra por relacionarla con el resto de películas de Chuck Norris, la mayor parte verdaderas fantasmadas. Este no es el caso. Seamos objetivos. Estamos ante un buen trabajo, tanto de guión, como de dirección. En medio de un género que está a medio camino entre la acción ochentera y el western, Chuck Norris consigue conferirle al personaje un brillante carisma y una singular personalidad ruda y antisocial, pero detrás de todo ello hay algo más, y es que Mcquade es un hombre solitario porque se siente formar parte del entorno alejado del mundanal ruido de la civilización y hay algo poético en el personaje. Mcquade es el desierto mismo, es el lobo que vagabundea por las colinas, que vive integrado a su medio, movido por sus instintos. La historia nos habla de alguien que no desea establecer ese contacto con el mundo. Y de la confrontación entre tener que dejar de ser lo que es, para adaptarse a un mundo cuyas leyes no comprende ni desea aceptar. La música de Francesco de Massi es de lo más brillante de esta película, no solo el tema principal, sino toda la banda sonora destila un sabor a western puro, que te embriaga de emoción y te acerca al personaje, te lo hace vivir desde dentro. Con lo cual, esta película no es la típica peli de acción. Tiene sustancia y contenido. Y consigue emocionar.