Quizás el gran número de versiones de la misma historia perjudique a esta versión que, desde un planteamiento simplista y conservador en lo que a cinematografía se refiere, resulta reiterativo tanto en las virtudes como en los defectos de sus predecesoras. Prueba de ello es que sus nominaciones a los Premios Globos de Oro o a los Oscar se reducen al maquillaje, nominaciones que ya habían logrado otras versiones pero a las que se añadían nominaciones de sus protagonistas, caso de la versión del 71 protagonizada por dos leyendas de la interpretación como Glenda Jackson y Vanessa Redgrave. Muy cercana a la versión del 36 de John Ford, sustituye el toque escocés de las gaitas de aquella versión con los parajes yermos de las lowlands que, supuestamente dieron la bienvenida a una reina poco querida por su pueblo.
Bajo mi punto de vista personal esta versión, junto con otras, no remarca lo suficiente lo que fueron 18 años de cautiverio, que se dice pronto, con los que una prima obsequió a la otra, disfrazándolos de protección para anunciarle su final con un año de antelación.
Max Richter desapercibido. El principio de la cinta no engancha. El desarrollo no atrapa. El final no deslumbra. Floja.