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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
9
Drama. Comedia El oscarizado guionista y director Paolo Sorrentino presenta la historia de un chico, Fabietto Schisa (Filippo Scotti), en el turbulento Nápoles de los años ochenta. En "Fue la mano de Dios", hay lugar para alegres sorpresas, como la llegada del legendario futbolista Diego Maradona, y para una tragedia igual de imprevista. El destino interpreta su papel, la alegría y la desdicha se entrelazan y el futuro de Fabietto echa a rodar. ... [+]
3 de enero de 2022
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Fue la mano de Dios

“Llevo 35 años en un diálogo interno sobre mis dolores íntimos sin haber conseguido el más mínimo progreso". Paolo Sorrentino

Cielos, cómo me gusta el cine de Paolo Sorrentino. Cuando vi “La gran belleza”, con la que ganó todos los premios cinematográficos habidos y por haber, incluido el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, quedé tan impresionado que me prometí seguir a este director en cada una de sus realizaciones.
Más tarde, volví a revivir con la “La juventud”, película que reseñé en su momento, mi entusiasta fervor por Sorrentino. El duelo interpretativo que mantienen dos viejos amigos -Michel Caine y Havey Keytel- encerrados en un lujoso y exclusivo balneario de los Alpes, es de una genialidad e imaginación asombrosas.
Y ahora, vuelve con “Fue la mano de Dios”, el más personal e intimista de todos sus trabajos. Porque en éste su último film claramente autobiográfico, Sorrentino crea su propio “alter ego” a través de Fabietto, el mismo joven larguirucho y desgarbado que el director italiano era cuando tenía 17 años.
Y es en la figura de Fabietto donde descarga el peso abrumador de todos aquellos recuerdos que marcaron el doloroso final de su adolescencia y el abrupto despertar al mundo de los adultos sin disponer de ese indispensable espacio temporal que requiere tan ineludible metamorfosis.
Sorrentino filma desde la emoción, nos habla con el corazón, pone más atención al ritmo de sus latidos que a la ecuánime naturaleza de la razón. Plasma con pasmosa habilidad comedia y drama, trata con sencillez escenas de gran hondura y nos presenta a una serie de grotescos personajes, extravegantes e intencionadamente hiperbólicos pero perfectamente reconocibles para el espectador de cualquier lugar y condición social.
Nápoles, la ciudad más surrealista y representativa del sur italiano y en la que nació y creció Sorrentino, conforma el fondo escénico de la película. Y su memoria fotografía una ciudad sombría, empobrecida y decadente. Porque Nápoles, en la década de los 80, era exactamente así, una ciudad triste, sumergida en el caos y aterrorizada por los continuos enfrentamientos entre distintas bandas de la camorra.
El resultado es una película hermosísima, nostálgica y conmovedora, una emotiva declaración de amor al cine, un homenaje de agradecimiento a Antonio Capuano, quien en 1998 le brindó la primera oportunidad como co-guionista en “Polvere di Napoli”, un guiño cómplice a cineatas como Fellini o Zeffirelli y una enternecedora referencia a “Érase una vez en América”, la obra insigne de Sergio Leone que despertó en Sorrentino su gran pasión por el cine.
Tienes que tener un sueño para poder levantarte por la mañana, decía Billy Wilder. Y soñar esperando el próximo regalo de Sorrentino supondrá un sueño esperanzador y una espera excitante.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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