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España España · Salamanca
Voto de Polikarpov:
3
Thriller. Terror. Fantástico Thriller psicológico sobre una joven apasionada por la moda que, misteriosamente, es capaz de trasladarse a los años 60 y conocer a su ídolo, una deslumbrante aspirante a cantante. Pero el Londres de la época no es lo que parece y el tiempo parece desmoronarse con oscuras consecuencias...
22 de noviembre de 2021
48 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tópico ese de que ya está todo inventado, es verdad. Digo en lo de contar historias. Te salva la forma que tienes de contarlas. Otro tópico, pero sí. Ahí te puedes dejar algo personal; de «autor».

En “Last night in Soho”, Wright se tira a la piscina, sin pensar si se romperá la crisma o no. Mientras cae hacia lo desconocido, nos pasea por un revoltijo de géneros: desde el thriller psicológico hasta el coqueteo espacio-temporal, pasando por el terror parapsicológico con pincelada zombie incluída.

En el terreno del delirio esquizoide ya se metieron algunos hace tiempo. Me vienen, por ejemplo, el Polanski de “Repulsión” (cuando Polanski era Polanski), al que Wright no se corta en «homenajear» en una secuencia de esto suyo. O, por no salir del territorio (british) y aproximarnos en el tiempo a la historieta esta, mismamente el chalado de Ken Russell. El uno desasosegaba, y el otro, raspaba.

El problema es que Wright no parece estar de la olla (al menos al nivel de los otros) y, claro, termina dando palos de ciego. No es un «maldito», lo sabe, y opta por huir hacia adelante con alegría y desparpajo, sincronizando la escena al ritmo de la (magnífica) banda sonora y de una sugerente (aunque edulcorada) puesta en escena, no llegando a montar más que un festejo disperso de fondo, lejos de la verdadera naturaleza oscura de estas historias, para rozar, en cambio, la parodia naturalista, terminar perdiendo la referencia de lo que quiere contar y, encima, sucumbiendo en un final, a estas alturas tan magreado por los de Hollywood y sus imitadores, que aproxima a la náusea.

En resumen: sólo el esfuerzo de Taylor-Joy, de McKenzie y, por supuesto, de la ya ancianísima diosa Diana Rigg, logran llamar la atención.
Polikarpov
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