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Voto de Alvart el terrible:
9
Animación. Aventuras. Drama La película narra la odisea de dos animales que se escapan de un centro biológico, donde son sometidos a todo tipo de ensayos y barbaridades. La historia transcurre en dos lineas paralelas que convergen en el mismo objeto; el destino de los perros fugados. (FILMAFFINITY)
5 de febrero de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me la suda que sea una película bastante viejuna, relativamente desconocida y descatalogada (de 1982).
Me la suda que la animación sea, –por momentos–, monótona, justita y repetitiva en los escenarios y ambientación.
Me la suda que en ocasiones el ritmo resulte lento, contemplativo, o los personajes vaguen sin un objetivo muy claro en algunos tramos.
¿Y sabéis por qué? Porque ésta es una película necesaria. Triste, pero necesaria. Necesaria para entender que los perros también son seres vivos y sienten y padecen, y son injustamente maltratados todos los días y utilizados como cobayas por intereses corporativistas, mercantilistas, capitalistas, muy subjetivos, tratados como mercancías sin el menor respeto por su vida, sus sentimientos o por toda la bondad, el afecto y la grandeza que encarnan.
Porque salvo que seas un puto androide sin alma, se te parte el corazón viéndola. Y, aun así, es necesaria por lo crudo, lo atroz de ver retratados a los seres humanos tratando al resto de especies como objetos, sacando provecho siempre de todo lo que les rodea, buscando siempre un interés práctico (o desechándolos en caso de no hallárselo pronto). Lo triste de constatar que, pese a todo, los animales nunca odian. Sólo sienten y viven el momento lo mejor que pueden, tratando de seguir adelante, pese a todo.
Y aunque no es una película de animación para niños, deberían verla todos los niños. Para hacerse mayores y aprender un montón de valores de un plumazo. Aquí los perros no están humanizados, ni cantan ni bailan; no le ríen las gracias a los humanos. Es una película realista, los perros están jodidos y arrastran secuelas de los maltratos recibidos, huyen de lo que les causa daño. Ésta película nos pone en su pellejo, nos enseña algunos de los valores más importantes: la empatía, la compasión, la piedad. Eso sí, después de verla, te quedas bien jodido, con la sensación de que nada cambia nunca (más si cabe después de asistir al poético y trágico fundido a blanco final). Que es tanta la imposibilidad, que es tan oscuro el trasfondo del ser humano, que sólo hay cabida para el más negro de los nihilismos en nuestra conciencia y que cualquier otra opción filosófica más esperanzadora o alegre, es poco más que cogérsela con papel de fumar.
Yo no suelo subir lo que pienso de las películas, y soy cinéfilo de cojones (las veo a montones). Tampoco subo críticas de los libros que me encantan o de los discos que me fascinan. ¿Y sabéis por qué? Porque soy un vago irredento; un procrastinador, como dicen ahora los modernos.
Pero esta película me ha hecho levantar el culo del sofá y querer aconsejárosla. Vedla. De verdad. Y luego sacad a vuestro perro, o pedidle al vecino que os deje acariciar al suyo, o quedad con ese amigo que tiene uno tan bonito. O acercaos a los que se os crucen por la calle. Pero tened relación con ellos. Que os contagien su optimismo natural.
Porque quizá entonces, –y sólo quizá–, el mundo os parezca un poco más bello, un poco menos injusto.
Alvart el terrible
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