Curiosa película que mezcla animación, documental y denuncia, con pasajes oníricos y sangrantes pinceladas de humor negro. Propuesta valiente y, lo que es mejor, lograda, pues a veces la valentía no lo es todo.

Ari Folman, que debería de asegurarse con este filme un futuro más o menos próspero, narra con agilidad la reconstrucción de una masacre carente de sentido a partir de un sueño. No aporta ningún dato específico sobre el incidente, más bien lo trata desde el punto de vista de los sentimientos, de la mente y de la razón. Eso sí, sin dejar de lado una estética que hace aun más impactante la película y que, por muy doloroso que sea lo que estamos viendo, consigue crear imágenes de una belleza impropia de su contexto, que constituyen todo un espectáculo visual.

Es una lástima que Vals con Bashir no vaya a llegar a todas las pantallas a las que debería.