Siento cierta indiferencia por el tinte que impregna la cinta; si bien el ritmo y la forma de generar tensión han inflado la nota que he decidido tomar, recae una vez más en el in crescendo auditivo como recurso más valorado y, por el público mal acostumbrado, el más aplaudido.

Esquemas clásicos, con un final de retorno al punto de origen, casi emulando a las grandes obras clásicas.
El terror rápidamente se vuelve inverosímil, puesto que, como si de un aura de densa suerte se tratase, nuestros protagonistas son inmunes a los acontecimientos que en un momento se nos plantean, como si la historia más que narrarse a si misma, tomase como trama a contar los remordimientos del guionista. “Ahora poseída, oh, mejor no, ahora apuñalada, oh, mejor no, ahora un final feliz y totalmente impermeable a la historia que se nos acaba de contar”

El humor me ha pillado un tanto por sorpresa, siempre ironizando el propio género, además de camuflarlo para no ridiculizar la obra. Si me preguntan, diré que para mi, este pequeño detalle, ha sido un acierto.