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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
5
Thriller. Acción. Romance El joven y solitario Clarence (Christian Slater) celebra su cumpleaños como de costumbre, viendo películas de kung-fu en un destartalado cine de Detroit. Estando en la sala conoce a Alabama (Patricia Arquette), una rubia explosiva con la que tiene una noche de pasión. Ella, en realidad, es una prostituta pagada por el mejor amigo de Clarence como regalo de cumpleaños. A pesar de ello, Clarence decide alejarla de la prostitución, pero ... [+]
24 de julio de 2012
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seamos claros: Tony Scott es la quintaesencia de la mediocridad. No es que pase por horas (o años) bajos como su hermanísimo; es que jamás tuvo nada lejanamente parecido a talento. Lo suyo nunca ha sido otra cosa que puro efectismo palomitero, violencia vacua y tramas ramplonas y previsibles. Ejemplo arquetípico de ello es “El último boy scout”, la película que precede a esta en su filmografía: una de las más ridículas, descerebradas y desmedidas bazofias de la historia del Cine.

Sin embargo, y será por aquello de que todos los tontos tienen suerte, he aquí que el bueno de Tony, que debía haber pasado definitivamente a dique seco, se topa con un diamante en bruto: un guion escrito por el mismísimo Quentin Tarantino cuando era un perfecto donnadie. Y claro, faltaría más, en lugar de ofrecerle a Tarantino que lo dirija y limitarse a producir –que es lo que hubiera hecho alguien con algo de honradez intelectual (e inteligencia)-, convencido de su inconmensurable talento, hace la trama lineal, le aplica la tijera a algunos diálogos que “no le convencen”, cambia el final y decide dirigirlo el mismo.

El resultado, como no podía ser de otra manera, es un Frankenstein cinematográfico que te deja la misma sensación de desfase y de “fuera de lugar” que escuchar un tema de Marilyn Mason cantado por el Fary.

Los diálogos, muchos de ellos descaradamente Tarantinianos y, por tanto, de un innegable ingenio y barroquismo, ni por un instante consiguen funcionar en la boca de un Christian Slater completamente gris y carente de carisma del que lo último que te esperas es que empiece a contarle a una puta en un garito que no le importaría acostarse con Elvis. Y tres cuartos de los mismo puede decir se de una Patricia Arquette que, tirón erótico aparte, y a pesar de ser una monumental actriz, transmite aquí menos que Rajoy confianza. Y es que en general, y más viendo la calidad del desachovechadísimo reparto, resulta evidente que la dirección de actores es la que cabe esperar de Tony: nefasta.

Para más inri, el bueno de Tony, y es especialmente “meritorio”, se las arregla para que situaciones de evidente comicidad, como la escena del coche, la puta y la bolsa de coca o todas las apariciones de un colgadísimo Brad Pitt, que en manos de Tarantino hubieran sido de carcajada, no tengan ni puta gracia: toda una muestra de su “talento” en la dirección. A esto, faltaría más, hay que añadir un “happy end” que el de Tennessee no hubiera escrito ni puesto de peyote y una escena de un “megatiroteo-que-te cagas” que sólo hubiera escrito –ésta a lo mejor sí- tras una lobotomía.

En resumen: deshilachada, bobaricona, torpe y bastante inverosímil. Lo que podría haber sido un gran Thriller con toques de humor negro se queda en una especie de descafeinada y bizarra comedia romántica que pretende (sin conseguirlo) resultar transgresora. Jamás un guion con tantas potencialidades fue tan pésimamente aprovechado.


¿Algo salvable? Sí, una única cosa: los escasos cinco minutos que coinciden en pantalla Christopher Walken y Dennis Hopper y, cómo no, la historia de la “sangre negra siciliana”. Una isla de absoluta brillantez (by Tarantino) en un océano de mediocridad que ya ha pasado, con todo mérito, a la historia del Cine.
Jinete nocturno
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