Una obra tremendamente sencilla y admirablemente bien realizada por Walter Hill, sobretodo teniendo en cuenta que se trata de su primera película.
Todos los detalles están muy cuidados y eso se nota en cada fotograma, contando con una excelente ambientación sobre la época de la gran depresión.

Unos tiempos duros, en los que los que quisieran sobrevivir debían ser igualmente duros, y Chaney (Charles Bronson) viaja de un lugar a otro buscando oportunidad de hacer algo de dinero.
Su camino se cruza con el de Speed (James Coburn) que se gana la vida con apuestas de combates ilegales, y forman una asociación.

Un Charles Bronson duro, muy curtido y de pocas palabras, en una de las interpretaciones que más me gustan de él junto con la de “Hasta que llegó su hora”, brilla a gran altura pero de forma simple, sin necesidad de aspavientos o de que el guion muestre de él más de lo estrictamente necesario, estando bien secundado en general por el resto del reparto.

Un gran inicio para Walter Hill, con una película muy honesta, y toda una pieza de artesanía que destaca y mucho dentro de su particular género.