No podría estar más de acuerdo con la crítica que firma el amigo Antonio Morales; hasta el punto de que suscribo todas sus palabras letra por letra.

Ha resistido muy mal el paso del tiempo, al plantear unos convencionalismos que hoy día nos dan hasta vergüenza ajena. O sea, que la mujer puede ser infiel, pero a su marido no se lo permite, porque le han visto y porque eso está muy feo.

El único interés de esta cinta, de haberlo, reside en las imágenes que nos ofrece de esa fiesta tan excesiva en muchos aspectos (consumo de sustancias "excitantes" sobre todo, y más actualmente, por desgracia).

Pero es un poco falsilla a veces: en las plegarias al Santo Patrón, se grita "viva San Fermín", y cualquiera que haya vivido esos momentos, siquiera por televisión, sabe que se grita también "Gora San Fermín".

No deja de resultarme sorprendente que se reivindique cierto nivel de moralidad para la clase médica, como ejemplo para el resto de la sociedad, y que sin embargo se vea como lo más normal del mundo que esos médicos empalmen un cigarrillo con otro.

Y otro apunte: la escena del tapón a la entrada de la plaza de toros es también bastante falsa, tal parece que los toros se dedican a saltar unos por encima de otros, y no, un tapón no es eso.