Un espectáculo trepidante de tono épico que pasa como un suspiro. Aventura futurista de entretenimiento puro, con movimientos de masas humanas, vistas aéreas e imágenes de conurbaciones de rascacielos, que alcanza sus mejores momentos cuando priman el dinamismo, la acción y la fantasía.

Una construcción compleja de vestuarios y escenarios, poblada por multitud de personajes, cuya narración fluye comprensiblemente por obra de una muy buena dirección del proyecto.

Y que decae cuando se detiene para dar meras pinceladas sobre los personajes. Cuando pretende proporcionarnos alguna explicación plausible, innecesaria, de su comportamiento y sucumbe al culto actual por los otrora contravalores de la belicosidad y la castidad.

Cine de aventuras, que no de riesgo, emparentado tanto con “La guerra de las galaxias” o “Indiana Jones” como con la saga “Crepúsculo”.

Basada en la primera parte (que continuará) de una muy exitosa trilogía literaria, cuya escritora cuenta con 25 años, resulta una obviedad decir que va dirigida hacia un público juvenil, del cual versa la trama.

Sobre adolescentes que crecen, y a los que el guión obliga a chocar contra la sociedad, aunque su comportamiento, en realidad, la imita, perpetuando sus peores defectos. Las palabras los pretenden transgresores, pero los hechos los descubren terriblemente sumisos.