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Voto de burton:
9
6,6
8.702
Comedia
Comienzos del siglo XX. Tres parejas se reúnen para pasar un fin de semana en el campo: un inventor que ha creado una `bola para atrapar espíritus` y su mujer, que tiene problemas sexuales; un racionalista y pomposo profesor de filosofía y su prometida, mucho más joven que él, y un médico, mujeriego compulsivo, y su última conquista. El ambiente idílico propicia la confusión emocional de los personajes. (FILMAFFINITY)
25 de agosto de 2006
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenidísima comedia costumbrista del maestro semita, quien de nuevo se luce con esta más que correcta cinta de una fotografía intachable a cargo de otro de sus habituales Gordon Willis y música de Felix Mendelssohn.
Cada uno de sus 82 minutos de metraje rezuman buen hacer y entretenimiento a raudales, y al espectador sólo le queda que pasar un rato de lo más agradable escuchando una trama plagada con unos diálogos asaz divertidos, fundamentalmente por lo heterogéneo de los caracteres de sus protagonistas y por la maestría habitual de Allen a la hora de la construcción de unas situaciones y unos diálogos entreverados y con finas dosis de humor sesudo y corrosivo.
No es la mejor, pero sin duda está entre las mejores...
Y cada vez que veamos a alguien con un artilugio casero a base de alas, o con una bicicleta volante, o una bola espectral que emita haces de luz incandescente que proyecten el pasado y el futuro... o imposibles y morbosas citas cerca de un arrollo paradisíaco...o a sesudas discusiones sobre la filosofía metafísica o el concepto del sagrado matrimonio como muerte de la esperanza siempre y cuando no sea con la persona a quien se ama, o sobre lo inútil o útil (según se mire) de buscar explicación más allá de este mundo real y tangible, agarrándose a conceptos como fantasmas, espectros y/o duendes... recordaremos, esbozando una ligera sonrisa en nuestro semblante, una inolvidable y agradabilísima película que en su momento hizo las delicias de nuestros exquisitos y no tan exquisitos paladares...
De momento, y si aún no la has visto, gozas de la suerte justa para empezar a visionar esta mágica cinta. Suerte.
P R E C I O S A
Cada uno de sus 82 minutos de metraje rezuman buen hacer y entretenimiento a raudales, y al espectador sólo le queda que pasar un rato de lo más agradable escuchando una trama plagada con unos diálogos asaz divertidos, fundamentalmente por lo heterogéneo de los caracteres de sus protagonistas y por la maestría habitual de Allen a la hora de la construcción de unas situaciones y unos diálogos entreverados y con finas dosis de humor sesudo y corrosivo.
No es la mejor, pero sin duda está entre las mejores...
Y cada vez que veamos a alguien con un artilugio casero a base de alas, o con una bicicleta volante, o una bola espectral que emita haces de luz incandescente que proyecten el pasado y el futuro... o imposibles y morbosas citas cerca de un arrollo paradisíaco...o a sesudas discusiones sobre la filosofía metafísica o el concepto del sagrado matrimonio como muerte de la esperanza siempre y cuando no sea con la persona a quien se ama, o sobre lo inútil o útil (según se mire) de buscar explicación más allá de este mundo real y tangible, agarrándose a conceptos como fantasmas, espectros y/o duendes... recordaremos, esbozando una ligera sonrisa en nuestro semblante, una inolvidable y agradabilísima película que en su momento hizo las delicias de nuestros exquisitos y no tan exquisitos paladares...
De momento, y si aún no la has visto, gozas de la suerte justa para empezar a visionar esta mágica cinta. Suerte.
P R E C I O S A
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Es viernes...ya llega el verano, y cantan las cigarras.... En la Universidad, el profesor Leopoldo Sturbitz (magnífico José Ferrer), filosófo, hábil teórico de la política, crítico de arte y ferviente pacifista, alecciona sus alumnos sobre lo inútil de la filosofía metafísica y de aquellos que buscan explicaciones más allá de este mundo real y tangible...
El prestigioso filósofo siempre reticente al matrimonio va a casarse el domingo con Ariel Waymouth (Mia Farrow), una mujer enigmática, hija de embajadores y educada en colegios de monjas. Un espíritu libre quien sin embargo dice haber estado últimamente recluída en uno de esos espartanos conventos de religiosas...
El plan es pasar el fin de semana en la casa de campo que su prima Adrian (Mary Steenburguer) comparte con su esposo Andrew, un asesor financiero de bolsa, aficionado a los inventos de artililugios varios; desde bicicletas volantes, máquinas para quitar espinas del pescado, e incluso algunos inventos más sofisticados como la bola espectral que puede leer el pasado y el futuro...
Andrew ha invitado también a su mejor amigo, el doctor Maxwell Jordan (Tony Roberts), un médico bastante sátiro cuya filosofía es que sólo hay una vida y “el matrimonio es la muerte de la esperanza”... Maxwell acude a la cita del fin de semana con una enfermera de su hospital bastante liberada sexualmente y cortita de luces llamada Dolcy Folks....
La casa es de Andrew, quien últimamente, de hace seis meses para acá, vive atormentado por la frigidez de su esposa...
También se encuentra un tanto inquieto por que se acaba de enterar que la prometida del primo de su esposa, Ariel, fue una antigua novieta suya...
La trama comienza a desarrollarse....En el paradisíaco entorno de la casa, entre resplandecientes prados verdes, árboles puentes y arroyos...
Adrian busca ayuda a sus problemas de frigidez en Dolcy quien le aconseja intente hacer el amor con su esposo en lugares excitantes y morbosos (mesas de la cocina, del garaje, etc...)...
Maxwell corteja a Ariel, asegurando en todo momento que está enamorado por primera vez en su vida, ante la atenta e inquisitiva mirada del Leopoldo quien discrepa en todo con el doctor...
E incluso Andrew se verá envuelto entre dos aguas. Por un lado hará de celestino entre Maxwell y Ariel, bicicleta volante de por medio, y por otro revivirá su antigua historia de amor platónico frustado con la propia Ariel...
Al final, Leopoldo tiene un acceso de hombre cazador-recolector de Neanderthal que le llevará a culminar salvajamente sus instintos sexuales más primigenios con la enfermera Dolcy, al punto de que en el momento supremo, exhalará su último suspiro... y será “condenado” a vagar como un espíritu de luz incandescente por los bosques de los alrededores con los millones de espíritus muertos en las mismas circunstancias que ya pululan por allí...
El prestigioso filósofo siempre reticente al matrimonio va a casarse el domingo con Ariel Waymouth (Mia Farrow), una mujer enigmática, hija de embajadores y educada en colegios de monjas. Un espíritu libre quien sin embargo dice haber estado últimamente recluída en uno de esos espartanos conventos de religiosas...
El plan es pasar el fin de semana en la casa de campo que su prima Adrian (Mary Steenburguer) comparte con su esposo Andrew, un asesor financiero de bolsa, aficionado a los inventos de artililugios varios; desde bicicletas volantes, máquinas para quitar espinas del pescado, e incluso algunos inventos más sofisticados como la bola espectral que puede leer el pasado y el futuro...
Andrew ha invitado también a su mejor amigo, el doctor Maxwell Jordan (Tony Roberts), un médico bastante sátiro cuya filosofía es que sólo hay una vida y “el matrimonio es la muerte de la esperanza”... Maxwell acude a la cita del fin de semana con una enfermera de su hospital bastante liberada sexualmente y cortita de luces llamada Dolcy Folks....
La casa es de Andrew, quien últimamente, de hace seis meses para acá, vive atormentado por la frigidez de su esposa...
También se encuentra un tanto inquieto por que se acaba de enterar que la prometida del primo de su esposa, Ariel, fue una antigua novieta suya...
La trama comienza a desarrollarse....En el paradisíaco entorno de la casa, entre resplandecientes prados verdes, árboles puentes y arroyos...
Adrian busca ayuda a sus problemas de frigidez en Dolcy quien le aconseja intente hacer el amor con su esposo en lugares excitantes y morbosos (mesas de la cocina, del garaje, etc...)...
Maxwell corteja a Ariel, asegurando en todo momento que está enamorado por primera vez en su vida, ante la atenta e inquisitiva mirada del Leopoldo quien discrepa en todo con el doctor...
E incluso Andrew se verá envuelto entre dos aguas. Por un lado hará de celestino entre Maxwell y Ariel, bicicleta volante de por medio, y por otro revivirá su antigua historia de amor platónico frustado con la propia Ariel...
Al final, Leopoldo tiene un acceso de hombre cazador-recolector de Neanderthal que le llevará a culminar salvajamente sus instintos sexuales más primigenios con la enfermera Dolcy, al punto de que en el momento supremo, exhalará su último suspiro... y será “condenado” a vagar como un espíritu de luz incandescente por los bosques de los alrededores con los millones de espíritus muertos en las mismas circunstancias que ya pululan por allí...