Si uno empieza a ver "Spy Kids 4" y no es un niño, a los cinco minutos puede sentir una sensación como de vergüenza ajena, de ahí es probable que surja un impulso de dejar de verla. No lo hagáis. Superada la primera impresión, mejora bastante. O es que uno se ha acostumbrado ya a una simpleza de tal calibre. Por supuesto, es estúpida e infantil hasta la extenuación, pero también que la aventura no está mal, es divertida y permite pasar un buen rato en familia. A los más pequeños les gustará. Pero es que encima hay un as en la manga. Bueno, un as y una sota. El as es la bellísima Jessica Alba, que esa sí que gustara a adultos y menores, y la sota una Alexa Vega ya crecida y que no está nada mal, lo que no hubiera imaginado viéndola de mocosa. Encima llevan un look de espía acertado, aunque he echado de menos en las dos las obligadas botas.

De todos modos el problema que ha tenido esta entrega es más de marketing que de calidad cinematográfica. Resulta que sólo ha recaudado unos 85,6 millones de dólares cuando la tercera, que es de ochos antes, se embolsó 197. ¿Qué ha pasado? Pues creo que el espectador, yo mismo, ha pensado que este cuarto episodio no tiene nada que ver con la franquicia original, un producto del tipo "La Máscara 2" (2005), que se aprovecha del tirón de las demás para hacer caja, pero que no cuenta ni con sus recursos, ni con sus protagonistas. Pues estamos equivocados. "Spy Kids 4" no sólo la dirige y escribe Robert Rodríguez, sino que también cuenta con la presencia de los niños originales, Alexa Vega y Daryl Sabara, aunque en papeles secundarios por su edad, pero a los que no vemos siquiera en el póster de la película o en la carátula del DVD.