La primera vez que vi "Honey" me dejó un sabor de boca regular pero esta vez como me ha resultado más agradable, entre otras razones porque no esperaba otra cosa que la que me ofrece Bille Woodruff, orillando la película que me había montado en la cabeza. Por ejemplo, la trama con el productor blanco me empeñé en que debía transcurrir por un camino romántico muy diferente al que sigue pero entonces hubiera sido una especie de copiada de "Los violentos años veinte" (1939). En cambio la historia de amor que se nos dibuja aquí es forzada y con poca chispa. Y que no se marquen una escena de baile es casi un delito.

Sea como fuere, "Honey" es previsible, una especie de "El Bar Coyote" (2000) pero más edulcorada aún, sosa, facilona, tramposa, estereotipada, pretendidamente sensiblera y muy blandita, ignorando todos los elementos dramáticos que aparecen. Con todo, tiene una noble intención, es ligera y buenista. Por el lado musical, no destaca en absoluto en las canciones, muy del montón, la música negra ha decaído mucho desde los noventa, pero las coreografías de baile son mayormente amenas, en este sentido está más trabajada. Pero por encima de todo, "Honey" cuenta con la bellísima Jessica Alba dándolo todo sin y con el baile.