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Voto de Reaccionario:
7
Drama Sydney es un periodista del "The New York Times" enviado a Camboya en 1972 como corresponsal de guerra. Alli el nativo Dith Pran le sirve de guía e intérprete. En 1975, al caer el gobierno camboyano, los EE.UU. se retiran del país, y toda la familia de Pran emigra a Norteamérica excepto él, que decide quedarse con el periodista para seguir ayudándole. Ambos viven refugiados en la embajada francesa, pero cuando los extranjeros deciden ... [+]
1 de febrero de 2021
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Los gritos del silencio" es una película que me gusta, bien filmada, ambientada aunque se rodó en la vecina Tailandia, e interpretada, sobre todo en la parte de Haing S. Ngor, que aunque nunca antes había actuado se llevó uno de los tres Oscars del largometraje, por su papel como Dith Pran. Se trata de un trabajo serio y realista de tal modo que se basa enteramente en hechos verídicos, tanto Pran como Sydney (Sam Waterston) existieron, y no cede a convencionalismos, ni manipulaciones de ninguna clase. Lo que cuenta sucedió en Camboya durante esos convulsos años setenta del siglo XX, aunque obviamente no todo porque no se trata de un documental de historia, si bien a menudo adopta un tono seco que lo acerca, como si fuera una crónica periodística, testigo mudo a pie de calle. De hecho, por encima de las guerras y las revoluciones, la película va principalmente sobre la amistad.

Dicho lo cual, eso no quiere decir que "Los gritos del silencio" sea perfecta y en concreto también me resisto a catalogarla como obra maestra. Como alguien dice en esta página, le falta algo, muestra mucho pero se pregunta poco y responde menos así que no sabremos muy bien cómo se ha llegado a tanto, tras años de guerra civil y en parte internacional. De igual modo, le cuesta algo arrancar y la división como en varias tramas temporales no me convence mucho, quedando la primera, la que ocurre en 1973, descolgada de las demás. Incluso su leitmotiv, la amistad de entre estos dos hombres, no se ha construido bien, no se ve casi nada. Y sin embargo esta obra transpira tanto dolor, el propio Haing permaneció cuatro años preso en estos campos de trabajo, en la que perdió a su mujer, y la denuncia del horror comunista, versión maoísta de Pol Pot, tan precisa que bien vale la pena.
Reaccionario
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