Aparece la épica por la puerta grande haciendo realidad lo que debiera haber sido "Star Wars" desde el inicio. George Lucas corrige sus yerros anteriores y las de sus colegas para ofrecernos una obra soberbia, madura, bella, desesperada, inteligente y llena de emociones. Aquí “La guerra de las galaxias” da un verdadero salto para abandonar las meras batallitas espaciales infantiles, de eso trataba la saga original, para sustituirlo por un verdadero drama, romántico y existencial, sin abandonar por ello la intriga, la acción y la aventura. Observad que la trama tiene una coherencia interna que lo mismo parte de Anakin Skywalker (Hayden Christensen) que acaba en él, de tal modo que si prescinde de algún fragmento el resto no tendría el mismo sentido. Sí, en el fondo, todo está enfocado hacia el héroe, explotando hasta las últimas consecuencias la singularidad del universo creado por George Lucas. En definitiva, ¿qué nos importa la Fuerza o ser un Jedi sino es para responder, por ejemplo, a la pregunta de hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar por amor?

Eso no quita que, como "La amenaza invisible" (1999) que tuvo nueve, cosechara un total de siete nominaciones a los razzies y dos premios: al peor guión, parece increíble pero así es, y a Hayden Christensen, que no lo veo mal ni mucho menos. A la preciosa Natalie Portman la amenazan con dos, qué desvergonzados, pero los esquiva en una actuación más eficaz que en su predecesora. Claro que tanto ataque inmerecido acabó haciendo mella en la taquilla. Ésta fue la cuarta en todo el mundo en cuanto a lo recaudado, posición excelente sino fuera porque las cinco anteriores han sido las número uno mundiales en sus respectivos años. Me temo que el peso de la “Star Wars” originales, las de 1977, 1980 y 1983, es considerable pues es salirse de la space opera de tebeo malucho y llevarse las críticas, despreciando precisamente el esfuerzo por hacer algo realmente adulto, con sus matices, reflexiones y complicaciones. Ya como resumen, la saga va definitivamente de menos a más: la trilogía moderna es notoriamente mejor que la antigua, hecho raro pero indiscutible.