Para todos aquellos que se sienten tan ofendidos por la visión de España en "Sin límites" (2022), les invitaría a ver esta canadiense "Tierra de pasiones", una obra que nace, se desarrolla y muere desde el más puro odio hacia Francia, el antiguo régimen, el colonialismo, la aristocracia, el clero y la monarquía, que en la Nueva Francia de mediados del siglo XVIII, 1759, guerra de los Siete años (1756-1763) para ser más exactos, era todo la misma cosa. Es decir, que lo único que se resalta es la maldad de las personas vinculadas con estos conceptos, quedando retratados de ladrones, asesinos, violadores, puteros, traidores, corruptos, cobardes, misóginos, racistas y cualquier cosa mala que se nos ocurra, propaganda todo, claro, según un pensamiento progresista anacrónico que quiere anticiparse a la calamitosa Revolución Francesa.

Pero además del panfleto ideológico, hay una película que gira sobre una historia romántica, que quería convertirse en el "Titanic" (1997) del cine canadiense. De hecho, he leído que se convirtió en la película más cara de ese país así que no puedo más que alegrarme al constatar su gran fracaso en taquilla al recaudar menos de 15 veces lo que costó. Quiero imaginar que no sólo en el país galo sino en el Canadá francés se sentirían ofendidos por tamaño ataque a su historia y que por eso le dieron la espalda en la taquilla. En cualquier caso, la película se desmorona desde su raíz desde el momento en que es incapaz de transmitirme ese gran amor, entre otras cosas, porque éste no sustenta según el atractivo del personaje sino según su feminismo. O sea, cuanto más feminista es ella, más la aman. Pues al contrario, más odiosa se vuelve.