Una de las últimas de Woody Allen, "Irrational Man", que aunque comienza como un drama algo desvaído, como intuía a la media hora se abre a la verdadera esencia de la película: un thriller reflexivo en el que se especula con uno o varios asesinatos, habrá que ver hasta dónde llega. De hecho, aunque desde luego tiene el toque Allen, es una obra poco suya al tirar del supuesto maestro del suspenso, Alfred Hitchcock, homenajeando a lo largo de sus 96 minutos a títulos como "La sombra de una duda" (1943), "La soga" (1948), "Extraños en un tren" (1951) o "Vértigo" (1958). El resultado no es malo, sobre todo por el debate ético que establece, pero cuenta con una protagonista femenina que cae muy mal, Jill (un Emma Stone que aunque insistan mucho, sólo tiene un atractivo mediano, tirando a bajo) y con un desenlace desastroso (SPOILER).

Dicho lo cual, lo mejor de "Irrational Man" es, además de la facilidad con la que se explican algunos conceptos filosóficos, por ejemplo el existencialismo o la filosofía analítica, es la justificación del crimen desde el punto de vista moral. Es decir, Abe (Joaquin Phoenix) se supone que es un gran tipo, comprometido con las causas humanitarias y contra todo tipo de injusticias. Y sin embargo llega a defender el asesinato. La postura podría ser trivial pero no lo es, pues Abe sufre el mismo proceso que los grandes asesinos de la historia, sean nazis, liberales, demócratas, comunistas o anarquistas. Lo que une a todas estas corrientes y alguna más es que su fundamento moral, por ejemplo el kantiano, el iusnaturalismo racionalista o los derechos humanos, es débil, en el sentido de que en el fondo no suponen una barrera al genocidio o a otros muchos delitos.