Río Bravo. La película que si empiezas a ver, tienes que hacerlo hasta el final. Un clásico de Howard Hawks, en el que nos encontramos con un grupo de personajes representativos del género y que aquí funciona a las mil maravillas.
El lado de los malos siempre ha sido lo de menos en esta película, pero no quepa ninguna duda, son malos. Cumplen su objetivo, minar al rival, desmoralizar al enemigo con todo tipo de trampas y bajezas.
Es el lado de los buenos, el de la ley, el que hace de esta una de las mejores y mas entretenidas películas de la historia del cine. Con la ayuda del magnífico guión de Leigh Brackett y Jules Furthman, todo sea dicho.
Ahí está John Wayne como el sheriff John Chance y su inseparable rifle que no podía faltar. Y Dean Martin, Dude, metiendo la cabeza en el abrevadero por todos los borrachos del mundo. Porque para mi, no ha habido ningún otro que refleje de tal forma, el calvario que hay que soportar por culpa de la bebida.
Notar en tu interior que algo quema más que el alcohol, el honor y la dignidad perdida. Entrar en el salón y escuchar las risas detrás de ti. Estar tocando fondo y arrastrarte hasta un escupidero por una moneda, pero es ahí donde aparece un amigo. Aquí es donde esta película triunfa, se vuelve optimista, luchadora y donde el dúo protagonista se vuelve sólido. Entre Wayne y Martin se percibe un relación casi paterno filial, una amistad que va más allá de lo estrictamente marcado. Donde el caído siempre tiene alguien que, a su manera, le anima y le ayuda a levantarse.
Hawks es un maestro y lo demuestra no cebándose, sino dando la oportunidad que se reclama y dotando a la historia de un humor necesario.
Aquí entra en juego el tercero en discordia, Walter Brennan o lo que es lo mismo, el viejo Stumpy. Que da la nota necesaria de humor, probando continuamente con sus comentarios, la resistencia de Dude.
Por ahí podemos ver al cuarto componente del grupo, un joven Ricky Nelson, el amigo Colorado, que interpreta junto a Dean Martin en la cárcel, My Rifle, My Pony, and Me. Momento del que no se podía escapar con dos leyendas de la música entre el reparto.
Es así como con cuatro personajes sin prácticamente ninguna necesidad de salir de la cárcel, uno intentando aguantar sobrio, otro demostrando que vale para algo y un sheriff diciendo Dejadme que puedo solo, va bajando un río caudaloso y salvaje como los grandes del western.
Río Bravo.