El gran silencio. Le grand silence, la grande beauté. La historia de la grabación de la película ya merece una película y su comentario correspondiente aparte. Sumergirse en el gran silencio es escalar una soga hacia el ascetismo, dejar a un lado el peso de lo cotidiano y buscar la levedad del ser. Insoportable? Aquí los monjes cartujos nos demuestran lo liviana que puede ser el alma humana y lo trascendente de su hecho insólito y extraordinario, elevarse por encima de las crestas de los Alpes para llegar a colonizar los huecos de las almas perdidas. Así lo veo yo, así parece ser. Una muestra sencilla de las distribución de las almas en un mundo caótico y cambiante: silencio, paz interior, paz en el exterior; comunión entre naturaleza humana, naturaleza salvaje, naturaleza divina, todo ello cruzado, no mezclado, armonía armónica de elementos en continuo movimiento, almas girando como derviches entorno a una idea: el silencio. El silencio llena de sonidos el metraje de esta película diferente, original, completa, una película positiva sobre un fondo positivo, una mirada clásica al paso tranquilo y sereno de las horas mientras el alma crece al ritmo cadencioso de las estaciones.
Estos documentales por definición me chiflan por el fondo y por la forma. Es una obra lírica pero tampoco la define por completo, es más que eso, es belleza tranquila y serena y paz y silencio y todo ello junto forman un cóctel sedante, vivificante y puro que infla las venas como velas y en estas horas previas al alba en que escribo esta crónica, administran mi paz interior y acomodan mis sentimientos.