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Fantástico. Acción. Aventuras
Peter, un chico rebelde de 12 años, ha pasado toda su vida en un sombrío orfanato de Londres. Durante una noche delirante, se ve transportado desde el orfanato a un mundo fantástico de piratas, guerreros y hadas llamado Nunca Jamás. Mientras vive extraordinarias aventuras, intenta descubrir por qué su madre lo abandonó en el orfanato después de nacer. En compañía de la guerrera Tigrilla y de su nuevo amigo el Capitán Garfio, Peter debe ... [+]
7 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La infancia, símbolo de la inocencia, ha sido siempre en sí misma un lugar del cual uno se marcha para, tristemente, no volver jamás. James Matthew Barrie lo sabía, vaya si lo sabía, y por ello escribió “Peter Pan”, allá en 1904. La esencia de un episodio vital y fundamental de todo ser humano siempre ha sido objeto de análisis, de críticas, de libros, cuentos y de fantasías en sí mismo. Porque no hay nada como la infancia de uno. Tan sólo hay que dejar volar la imaginación para rememorar con una nostalgia que no tiene precio que todo lo que disfrutamos, inventamos y vivimos en los mejores momentos de nuestras vidas fue allí. De ahí que “Peter Pan”, como obra de teatro primigenia, resulte ser el monolito o simbología de lo que una vez fue ser niño y no desear otra cosa que seguir siéndolo (no es por extraño que muchos adultos siguen comportándose como tales).
Tal es el cariño que el mundo entero tiene y procesa sobre esta obra que ha visto la luz a través de los años en infinidad de obras y películas. Siendo, claro está, la versión animada de Walt Disney de 1953 la más representativa de todas por los años venideros. Sin ir más lejos, el propio Spielberg, en 1991, también haría su propia versión, esta vez en forma de secuela con “Hook” donde jugaba con la teoría de que Peter Pan crecía, se hacía adulto y formaba su propia familia olvidando paulatinamente quien fue una vez. Lógicamente, fue un título masacrado por cierto sector de la crítica pero exponía perfectamente los síntomas de lo que era ser mayor, dejando a un lado la diversión e inocencia de los propios niños y quien sino el propio Steven el que acabaría acercándose a un personaje con el cual su cine tiene cierto parentesco, sobre todo con el tema de la familia, la infancia y la fantasía. Incluso en 2003 salió “Peter Pan: la gran aventura”, un título que intentaba captar y plasmar la esencia original siendo, desde luego, un producto realmente interesante y visualmente todo un lujo, donde la elegancia y la aventura estaban puestas al día.
Tristemente Hollywood nunca está quieta y cuando no tiene ideas nuevas prefiere recurrir a secuelas, precuelas, remakes y demás síntomas de que el tema de querer innovar con los géneros y guiones no es por lo que más apuesta. Así que aquí nos encontramos con el típico caso de descubrir los orígenes del personaje. Ver de dónde proceden todos y cada uno de los habitantes de la obra legendaria y conocer las razones de cómo se convirtieron en lo que son o conocemos. Algo así, el exponer los orígenes del personaje ya lo hizo Régis Loisel a través del cómic (otro universo aparte) con “Peter Pan”, desde un punto de vista y un tono mucho más sórdido, cruel, dramático, triste y desgarrador en más de una ocasión consiguiendo no hacer sombra a la obra original y dándole un toque completamente distinto a la par que agradecido. Sin ir más lejos, después de haber leído esa obra, uno no se quedará igual, puede decirse que no dejará indiferente a nadie que se atreve acercarse a él.
Para este viaje al punto de partida se ha contado con Joe Wright, un director experimentado a la hora de trasladar obras literarias a la gran pantalla, quien da su propia paleta de colores al mundo fantástico de Nunca Jamás pero desde los orígenes. Aquí se nos presenta a Peter, un niño huérfano quien vive, junto con otros niños, en un orfanato regentado por crueles monjas quienes imparten terribles cuidados y castigos. Estamos en plena 2ª Guerra Mundial y como si de un cuento de Dickens se tratase Peter y los niños son sometidos a maltratos, hambre, falta de cariño y empatía en un escenario desgarrador. Lógicamente no hay exceso en el apartado dramático pues estamos ante una película para niños pero uno puede ver que la vida del protagonista no es un campo de rosas. Pero la fantasía llega a los pocos minutos y todos los críos, incluido el propio Peter, son secuestrados por un barco pirata volador y llevados al mítico País de Nunca Jamás.
Es lógico admitir que en este aspecto el que sea secuestrado de Londres para llevarlo a un lugar completamente desconocido es una liberación en sí mismo pero desde un punto de vista realista el drama sigue pues los niños pasan de un orfanato a un campo de trabajos forzados (literalmente) donde tanto Peter como un inabarcable grupo de infantes son obligados a trabajar en las minas en busca de un elixir mágico procedente de las hadas. Todo está orquestado por el enemigo real de la historia, Barbanegra, quien es interpretado por el siempre eficaz Hugh Jackman y el único que da la talla como actor. Aquí, hasta ahora, bajo temas de Nirvana o The Ramones, se trata de intentar encontrar ese elemento fantástico pues éste contiene el secreto de la eterna juventud, algo que siempre ha sido pilar de muchos cuentos y aventuras: el adulto que quiere seguir manteniendo la vida longeva, escapando de la muerte y evitándola a toda costa. Durante todo este apartado, que apenas dura unos 15 minutos en total desde que aparecen los créditos hasta que nos adentramos en el meollo de la cuestión, todo acontece de forma fantástica, captando la atención en todo momento y sabiendo exponer la fantasía que dan los efectos especiales bien enfocados y ejecutados y la dosis necesaria de aventuras ante un mundo desconocido.
- continúa en spoiler -
Tal es el cariño que el mundo entero tiene y procesa sobre esta obra que ha visto la luz a través de los años en infinidad de obras y películas. Siendo, claro está, la versión animada de Walt Disney de 1953 la más representativa de todas por los años venideros. Sin ir más lejos, el propio Spielberg, en 1991, también haría su propia versión, esta vez en forma de secuela con “Hook” donde jugaba con la teoría de que Peter Pan crecía, se hacía adulto y formaba su propia familia olvidando paulatinamente quien fue una vez. Lógicamente, fue un título masacrado por cierto sector de la crítica pero exponía perfectamente los síntomas de lo que era ser mayor, dejando a un lado la diversión e inocencia de los propios niños y quien sino el propio Steven el que acabaría acercándose a un personaje con el cual su cine tiene cierto parentesco, sobre todo con el tema de la familia, la infancia y la fantasía. Incluso en 2003 salió “Peter Pan: la gran aventura”, un título que intentaba captar y plasmar la esencia original siendo, desde luego, un producto realmente interesante y visualmente todo un lujo, donde la elegancia y la aventura estaban puestas al día.
Tristemente Hollywood nunca está quieta y cuando no tiene ideas nuevas prefiere recurrir a secuelas, precuelas, remakes y demás síntomas de que el tema de querer innovar con los géneros y guiones no es por lo que más apuesta. Así que aquí nos encontramos con el típico caso de descubrir los orígenes del personaje. Ver de dónde proceden todos y cada uno de los habitantes de la obra legendaria y conocer las razones de cómo se convirtieron en lo que son o conocemos. Algo así, el exponer los orígenes del personaje ya lo hizo Régis Loisel a través del cómic (otro universo aparte) con “Peter Pan”, desde un punto de vista y un tono mucho más sórdido, cruel, dramático, triste y desgarrador en más de una ocasión consiguiendo no hacer sombra a la obra original y dándole un toque completamente distinto a la par que agradecido. Sin ir más lejos, después de haber leído esa obra, uno no se quedará igual, puede decirse que no dejará indiferente a nadie que se atreve acercarse a él.
Para este viaje al punto de partida se ha contado con Joe Wright, un director experimentado a la hora de trasladar obras literarias a la gran pantalla, quien da su propia paleta de colores al mundo fantástico de Nunca Jamás pero desde los orígenes. Aquí se nos presenta a Peter, un niño huérfano quien vive, junto con otros niños, en un orfanato regentado por crueles monjas quienes imparten terribles cuidados y castigos. Estamos en plena 2ª Guerra Mundial y como si de un cuento de Dickens se tratase Peter y los niños son sometidos a maltratos, hambre, falta de cariño y empatía en un escenario desgarrador. Lógicamente no hay exceso en el apartado dramático pues estamos ante una película para niños pero uno puede ver que la vida del protagonista no es un campo de rosas. Pero la fantasía llega a los pocos minutos y todos los críos, incluido el propio Peter, son secuestrados por un barco pirata volador y llevados al mítico País de Nunca Jamás.
Es lógico admitir que en este aspecto el que sea secuestrado de Londres para llevarlo a un lugar completamente desconocido es una liberación en sí mismo pero desde un punto de vista realista el drama sigue pues los niños pasan de un orfanato a un campo de trabajos forzados (literalmente) donde tanto Peter como un inabarcable grupo de infantes son obligados a trabajar en las minas en busca de un elixir mágico procedente de las hadas. Todo está orquestado por el enemigo real de la historia, Barbanegra, quien es interpretado por el siempre eficaz Hugh Jackman y el único que da la talla como actor. Aquí, hasta ahora, bajo temas de Nirvana o The Ramones, se trata de intentar encontrar ese elemento fantástico pues éste contiene el secreto de la eterna juventud, algo que siempre ha sido pilar de muchos cuentos y aventuras: el adulto que quiere seguir manteniendo la vida longeva, escapando de la muerte y evitándola a toda costa. Durante todo este apartado, que apenas dura unos 15 minutos en total desde que aparecen los créditos hasta que nos adentramos en el meollo de la cuestión, todo acontece de forma fantástica, captando la atención en todo momento y sabiendo exponer la fantasía que dan los efectos especiales bien enfocados y ejecutados y la dosis necesaria de aventuras ante un mundo desconocido.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A partir de que nuestro protagonista, aliándose con un secundario que representa ser el capitán Garfio antes de ser conocido como tal y su amigo leal Smee, se adentren en el bosque de los indios todo se torna en un explosivo fuego de artificio vacuo y un artefacto un tanto defectuoso. No por la propuesta en sí sino por la ejecución de la misma. Sería injusto admitir que tiene ideas realmente ingeniosas como la forma en cómo mueren los nativos, en medio de una fuerte explosión de polvos de colores, o la aparición de ciertos elementos icónicos dentro de la propia obra como el cocodrilo gigante pero todo lo acontecido con los pájaros resulta entre chirriante y fuera de lugar por mucha fantasía que contengan esas escenas.
Pero “Pan (Viaje a Nunca Jamás)”, después de dejarnos con la miel en los labios durante sus primeros minutos, se pierde y acaba convirtiéndose en un rutinario, poco agradecido y ante todo bastante aburrido proyecto que no llega a buen puerto. Eso conlleva a que todo está pensado más en el futuro de lo que podría ser que en el presente, en funcionar por sí misma, en ofrecer un espectáculo conclusivo sin necesidad de otear el horizonte con probabilidades futuras de émulo con forma de trilogía (o saga). De ahí se desprende que en sí nunca llegaremos a comprender la razón de la enemistad de Garfio con Pan, cómo se hicieron amigos Campanilla y Pan o cómo acaba convirtiéndose el mismo cocodrilo en la sombra y enemigo del propio capitán.
Todo está en el aire, en una entrega que visto el resultado en taquilla jamás llegaremos a descubrir qué más pudo suceder. De ahí se desprende que es una película coja, sin todo el material que podría haberla convertido en única o incluso en gratificante como cuento en sí mismo. Porque a pesar de ser un espectáculo visual de primera orden como bien exponen unos efectos especiales muy trabajados, demostrando que Wright es un director que mima sus filmes, que se esmera en ofrecer un sello distintivo alejado del clásico “más de lo mismo” no da lo que promete. Ver el contraste de la pobreza, suciedad, soledad y abandono de ese Londres enzarzado en una guerra mundial contra una amalgama de colores vivos, explosivos, llamativos que suceden en los distintos parajes de Nunca Jamás hace que como experiencia sensorial resulta vencedora y acertada. Pero es en la trama donde va a trancas y barrancas, no ahondando en lo que realmente importa y convirtiendo la esencia de la obra, la infancia como piedra de toque, en un mero vuela pluma que no da ni para debate sesudo ni para análisis profundo de un tema en el cual Barrie fue todo un entendido en la materia.
Aquí se prefiere centrar el objetivo en las aventuras por las aventuras, por la sencilla idea de ir pasando de escena en escena, saltando de aquí para allá y sin rascar mucho más. Incluso la presentación de la vejez por parte de Barbanegra y el intento de mantenerse joven en todo momento queda desdibujado ante su lucha patética entre Tigrilla y Pan reconvirtiéndolo todo en un final pomposo a la par que flojo. No hay diálogos entre ambos para poder llegar a comprender el porqué de esa animadversión a pesar de que se explique en cierta medida la razón pero todo está tan enfocado en la forma que ésta no deja que el fondo llegue a la superficie, queda completamente hundido por kilos y kilos de pantomima, en muchos momentos, innecesaria. Porque el modo en el que es presentado el mundo de las hadas (y más aún la aparición de Campanilla) es un lujo para la vista, casi con Meliès como representante de que el cine es el vehículo de lucimiento para las propias películas, pero todo deja un regusto a rimbombante astracanada que no lleva a ninguna parte. Una verdadera lástima por parte del director convirtiendo una oportunidad de oro en una pérdida de la misma.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/01/08/critica-pan-viaje-a-nunca-jamas-joe-wright-2015-la-version-mas-extrema-y-rimbonbante-hasta-la-fecha/
Pero “Pan (Viaje a Nunca Jamás)”, después de dejarnos con la miel en los labios durante sus primeros minutos, se pierde y acaba convirtiéndose en un rutinario, poco agradecido y ante todo bastante aburrido proyecto que no llega a buen puerto. Eso conlleva a que todo está pensado más en el futuro de lo que podría ser que en el presente, en funcionar por sí misma, en ofrecer un espectáculo conclusivo sin necesidad de otear el horizonte con probabilidades futuras de émulo con forma de trilogía (o saga). De ahí se desprende que en sí nunca llegaremos a comprender la razón de la enemistad de Garfio con Pan, cómo se hicieron amigos Campanilla y Pan o cómo acaba convirtiéndose el mismo cocodrilo en la sombra y enemigo del propio capitán.
Todo está en el aire, en una entrega que visto el resultado en taquilla jamás llegaremos a descubrir qué más pudo suceder. De ahí se desprende que es una película coja, sin todo el material que podría haberla convertido en única o incluso en gratificante como cuento en sí mismo. Porque a pesar de ser un espectáculo visual de primera orden como bien exponen unos efectos especiales muy trabajados, demostrando que Wright es un director que mima sus filmes, que se esmera en ofrecer un sello distintivo alejado del clásico “más de lo mismo” no da lo que promete. Ver el contraste de la pobreza, suciedad, soledad y abandono de ese Londres enzarzado en una guerra mundial contra una amalgama de colores vivos, explosivos, llamativos que suceden en los distintos parajes de Nunca Jamás hace que como experiencia sensorial resulta vencedora y acertada. Pero es en la trama donde va a trancas y barrancas, no ahondando en lo que realmente importa y convirtiendo la esencia de la obra, la infancia como piedra de toque, en un mero vuela pluma que no da ni para debate sesudo ni para análisis profundo de un tema en el cual Barrie fue todo un entendido en la materia.
Aquí se prefiere centrar el objetivo en las aventuras por las aventuras, por la sencilla idea de ir pasando de escena en escena, saltando de aquí para allá y sin rascar mucho más. Incluso la presentación de la vejez por parte de Barbanegra y el intento de mantenerse joven en todo momento queda desdibujado ante su lucha patética entre Tigrilla y Pan reconvirtiéndolo todo en un final pomposo a la par que flojo. No hay diálogos entre ambos para poder llegar a comprender el porqué de esa animadversión a pesar de que se explique en cierta medida la razón pero todo está tan enfocado en la forma que ésta no deja que el fondo llegue a la superficie, queda completamente hundido por kilos y kilos de pantomima, en muchos momentos, innecesaria. Porque el modo en el que es presentado el mundo de las hadas (y más aún la aparición de Campanilla) es un lujo para la vista, casi con Meliès como representante de que el cine es el vehículo de lucimiento para las propias películas, pero todo deja un regusto a rimbombante astracanada que no lleva a ninguna parte. Una verdadera lástima por parte del director convirtiendo una oportunidad de oro en una pérdida de la misma.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/01/08/critica-pan-viaje-a-nunca-jamas-joe-wright-2015-la-version-mas-extrema-y-rimbonbante-hasta-la-fecha/