No conocía esta producción hasta hace muy poco tiempo y ni siquiera a la hora de escribir esta reseña sabía mucho más aparte de lo que ya he visto durante casi las dos horas de duración. He tenido que hacer un poco de investigación previa a la escritura de esta crítica para saber como este personaje llegó a la gran pantalla.

Orion Pictures estaba comandada en ese momento por la misma gente que publicó James Bond para la United Artists y buscaron hacer una versión algo más gamberra del agente 007, cosa que dicho así parecía prometedora, pero que terminó siendo una cosa bastante por debajo de lo que tendrían en sus mentes las cabezas pensantes de llevar a Remo Williams a la gran pantalla. El problema principal es que las comparaciones son odiosas.

Mientras que James Bond era un espía seductor, carismático y muy capaz de salvar al mundo tantas veces se lo pidan, Remo Williams no tiene ninguna de las tres cosas por culpa de la casi nula construcción que le dio el guionista Christopher Wood (más una colaboración sin acreditar del director Guy Hamilton, según reza en IMDB). A pesar de que Fred Ward ya tenía cierto currículum en aquel entonces para confiar plenamente en él y se esforzó en dar la mejor interpretación posible -muchas escenas de riesgo las realiza él mismo- no tiene la capacidad de transformar por arte de magia un guion regulero en una maravilla del séptimo arte.

A pesar de todo, no es una producción fracasada. Es verdad que no continuó la serie desde entonces y que dos secuelas planeadas se quedaron en el olvido; sin embargo, la cinta consigue ser entretenida sin apenas disminuciones alarmantes de ritmo narrativo, cuenta con una banda sonora mejor que el fime en sí obra de Craig Safan comandado por sintetizadores y una interpretación de Joel Grey como el maestro que enseñará a Remo a desenvolverse contra los criminales que eclipsa hasta al propio protagonista.

Seguro que lo hicieron lo mejor que pudieron, mas no se puede sacar de donde no hay.