Mejor tarde que nunca, llegó el momento de ver este clásico ochentero con un Matthew Broderick y una Ally Sheedy que conocieron mejores tiempos en sus carreras.

Lo primero que hay que decir es que sus 37 años de estreno que se cumplirán este 2020 no le han sentado demasiado bien. Su ambientación y personajes son presa de la década en la que 'Juegos de guerra' llegó a las pantallas. Los padres del personaje de Broderick y los propios protas son producto de los 80 en su vestuario, su casa de media clase y sus formas de ser típicas de los 80 (empollón visto como excéntrico, chica de buen corazón, padres dignos de teleserie...)

En lo que ha transcendido en el tiempo es en el tema que toca, las máquinas y las computadoras. Incluso cuando estaban en una fase primigenia sin redes sociales, Wikipedia, YouTube y demás parafernalia ya había un atisbo de que podrían ser un peligro si se usan de malas maneras. Y hoy en día, tal y como ha avanzado la tecnología, es un mensaje más poderoso que nunca.

Como producto cinematográfico, que es al final de lo que se trata, da para un rato de matar el tiempo y pensar sobre los peligros de la tecnología. Aunque Broderick y Sheedy no tengan la relevancia de antaño, no significa que fuesen mediocres actores pues incluso en una historia que no exige grandes capacidades actorales ayudan a aupar el filme, aparte de que va al grano y no muestra más de lo que realmente es necesario mostrar contando con una duración justa.