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Voto de Brujinus:
1
2017
5,7
22.550
Musical. Comedia
María y Susana son dos adolescentes rebeldes de 17 años que se encuentran en el campamento de verano cristiano "La brújula" en Segovia, al que van desde pequeñas. Ambas sienten pasión por el reggaeton y el electro-latino, pero las sorprendentes apariciones de Dios a María comenzarán a cambiar sus vidas... Adaptación cinematográfica del musical homónimo del año 2013, de gran éxito en España. (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2018
52 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estaba reservando esta película para verla con mi madre, que es fan de OT, y me estaba costando verdadero esfuerzo: había visto el tráiler, el discurso de Javier Calvo en los Feroz y la unánime alabanza de crítica y público, y estaba segura de que iba a acertar. Me imaginaba una peli que hacía honor a su original premisa y la aliñaba con unos cuantos números musicales simpáticos y una buena dosis de carcajadas.
Qué error. Lo mejor de "La llamada" es el tráiler; a partir de ahí, va todo cuesta abajo.
La película no es graciosa. Los gags son simples, las interpretaciones carecen de sutileza y no hay ironía, sátira, profundidad o humor negro. Lo que sí hay, como en tantas películas españolas, son gritos. Entiendo que los españoles gritamos, sí, y que las interpretaciones pretenden ser "naturales" pero, francamente, yo voy al cine para ver la realidad de una forma distinta, no para que me entren ganas de cruzar la cuarta pared y decirles "perdonad, ¿podéis bajar un poco el tono? Que hay más gente en la sala".
Tampoco es emotiva: para que lo fuera, los personajes tendrían que evolucionar, y en lugar de eso son peones planos sin historia o motivaciones complejas. El guión carece de ritmo o complejidad narrativa, y se limita a cortar y pegar la premisa inicial con un par de "giros" de guión y pseudo-subtramas que el espectador tiene que tragarse con calzador.
Todo esto sería, quizá, disculpable, si la parte musical funcionara. Pero ahí también se queda corta "La llamada": los temas no tienen ningún tipo de coherencia, falta espectáculo, falta un flashmob con el campamento al completo y sobra ese Dios viejuno y raro cantando por Whitney Houston durante una parte demasiado larga del metraje.
Pensándolo con detenimiento, creo que el mayor problema de "La llamada" es su lentitud. Los autores han sacrificado la agilidad a unos diálogos agotadores donde apenas se mueve nada y a algunas escenas visualmente resultonas. Como es lenta, la poca gracia que tiene se diluye y nos falta historia a la que hincarle el diente.
Incluso la gente a la que no le ha gustado la película ha alabado las actuaciones. Yo las veo igual de terribles que el resto. Macarena Díaz parece el gato de Shrek, con los ojos muy brillantes y mucha cara de emoción desde el minuto uno. Anna Castillo tiene una sola expresión facial y no para de chillar. No se sabe si el personaje de Belén Cuesta tiene una discapacidad intelectual o necesita un logopeda, pero la exagerada caracterización despista más de lo que enriquece. Gracia Olayo hace lo que puede con su papel topicazo de monja severa-pero-guay.
Para terminar, ¿es esta una película con algún tipo de mensaje? ¿Reivindicativa? ¿Satírica? Carece de la profundidad para ser cualquiera de estas cosas. No presenta una descripción lo bastante rica de los temas que trata como para generar una reflexión verdadera.
En resumen: una pérdida de tiempo y, sobre todo, de la ilusión de que una peli española haga, para variar, justicia al bombo y platillo que se le da. Mientras la crítica siga diciendo que el emperador está vestido, seguiremos con este cine simplista y sobrevalorado, salpicado de tetas y culos, al que solo le queda aferrarse a la Guerra Civil para no quedar perdido en tierra de nadie.
Qué error. Lo mejor de "La llamada" es el tráiler; a partir de ahí, va todo cuesta abajo.
La película no es graciosa. Los gags son simples, las interpretaciones carecen de sutileza y no hay ironía, sátira, profundidad o humor negro. Lo que sí hay, como en tantas películas españolas, son gritos. Entiendo que los españoles gritamos, sí, y que las interpretaciones pretenden ser "naturales" pero, francamente, yo voy al cine para ver la realidad de una forma distinta, no para que me entren ganas de cruzar la cuarta pared y decirles "perdonad, ¿podéis bajar un poco el tono? Que hay más gente en la sala".
Tampoco es emotiva: para que lo fuera, los personajes tendrían que evolucionar, y en lugar de eso son peones planos sin historia o motivaciones complejas. El guión carece de ritmo o complejidad narrativa, y se limita a cortar y pegar la premisa inicial con un par de "giros" de guión y pseudo-subtramas que el espectador tiene que tragarse con calzador.
Todo esto sería, quizá, disculpable, si la parte musical funcionara. Pero ahí también se queda corta "La llamada": los temas no tienen ningún tipo de coherencia, falta espectáculo, falta un flashmob con el campamento al completo y sobra ese Dios viejuno y raro cantando por Whitney Houston durante una parte demasiado larga del metraje.
Pensándolo con detenimiento, creo que el mayor problema de "La llamada" es su lentitud. Los autores han sacrificado la agilidad a unos diálogos agotadores donde apenas se mueve nada y a algunas escenas visualmente resultonas. Como es lenta, la poca gracia que tiene se diluye y nos falta historia a la que hincarle el diente.
Incluso la gente a la que no le ha gustado la película ha alabado las actuaciones. Yo las veo igual de terribles que el resto. Macarena Díaz parece el gato de Shrek, con los ojos muy brillantes y mucha cara de emoción desde el minuto uno. Anna Castillo tiene una sola expresión facial y no para de chillar. No se sabe si el personaje de Belén Cuesta tiene una discapacidad intelectual o necesita un logopeda, pero la exagerada caracterización despista más de lo que enriquece. Gracia Olayo hace lo que puede con su papel topicazo de monja severa-pero-guay.
Para terminar, ¿es esta una película con algún tipo de mensaje? ¿Reivindicativa? ¿Satírica? Carece de la profundidad para ser cualquiera de estas cosas. No presenta una descripción lo bastante rica de los temas que trata como para generar una reflexión verdadera.
En resumen: una pérdida de tiempo y, sobre todo, de la ilusión de que una peli española haga, para variar, justicia al bombo y platillo que se le da. Mientras la crítica siga diciendo que el emperador está vestido, seguiremos con este cine simplista y sobrevalorado, salpicado de tetas y culos, al que solo le queda aferrarse a la Guerra Civil para no quedar perdido en tierra de nadie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Para colmo, ¿cómo puedes hacer una película con un argumento tan pobre, y que lo poco que cuentas no se entienda? ¿Qué quiere decir que María al final se va con Dios? ¿Se muere? ¿Se hace monja? Acabar la historia ahí es pura pereza por parte de los guionistas. Como no sabemos muy bien qué pasa, pues lo dejamos así y que el espectador lo resuelva. No, majos, no; explicad bien qué pasa y exprimid un poco los cerebros para dar a la peli una conclusión satisfactoria.
El romance entre las dos mujeres es ridículo. De hecho, resulta terrible que dos representantes de la comunidad LGBT simplifiquen de esta manera la atracción entre dos personas del mismo sexo, un poco rollo "me voy con esta porque es lo que tengo más a mano". No hay ningún tipo de preparación previa para el romance: la relación entre Milagros y Susana carece de sensualidad y, de hecho, es más bien de madre-hija, o de hermana mayor-hermana pequeña, así que cuando de repente se vuelve sexual, da bastante grima. Las relaciones homosexuales son igual de complejas que las heterosexuales y necesitan ser tratadas con el mismo cuidado.
La trama de María oyendo a Dios, que se supone que es la principal, resulta plana. María oye a Dios y de inmediato tiene claro que ella pasa del electro-latino y que quiere responder a la llamada.No hay progresión de sus sentimientos, no hay conflicto, no hay un mínimo de bagaje previo que nos haga comprender qué hace una chica como ella en un lugar como aquel.
Lo de Milagros harta de ser monja tampoco tiene mucho de donde agarrar. Resulta que se acuerda de Presuntos Implicados, se pone un vestido de flores y hala, a tomar viento la vocación; la otra monja, por otra parte, ni trata de convencerla, ni de ver si puede ayudarle, ni nada. No soy religiosa, pero me parece triste que los valores y los compromisos se trivialicen de esa manera.
Por último, una mención especial al baño de casposidad que recubre gran parte de la peli. Las niñas monísimas, que se pasan toda la peli enseñando cacho, van a hablar con un productor (hombre) gracias al novio de una de ellas (hombre), y acaban bailándole semidesnudas a un Dios que, por supuesto, también es un hombre sexagenario de dudoso atractivo. La cocinera lo que quiere es un hombre que la saque a bailar. La monja lo primero que piensa cuando se entera de lo del milagro es en hablar con el papa. Al final la pretendida originalidad se disuelve en una masa de clichés y los personajes femeninos siguen siendo marionetas. Es curioso, y un poco triste, que ni siquiera los miembros de una minoría se den cuenta de esto.
El romance entre las dos mujeres es ridículo. De hecho, resulta terrible que dos representantes de la comunidad LGBT simplifiquen de esta manera la atracción entre dos personas del mismo sexo, un poco rollo "me voy con esta porque es lo que tengo más a mano". No hay ningún tipo de preparación previa para el romance: la relación entre Milagros y Susana carece de sensualidad y, de hecho, es más bien de madre-hija, o de hermana mayor-hermana pequeña, así que cuando de repente se vuelve sexual, da bastante grima. Las relaciones homosexuales son igual de complejas que las heterosexuales y necesitan ser tratadas con el mismo cuidado.
La trama de María oyendo a Dios, que se supone que es la principal, resulta plana. María oye a Dios y de inmediato tiene claro que ella pasa del electro-latino y que quiere responder a la llamada.No hay progresión de sus sentimientos, no hay conflicto, no hay un mínimo de bagaje previo que nos haga comprender qué hace una chica como ella en un lugar como aquel.
Lo de Milagros harta de ser monja tampoco tiene mucho de donde agarrar. Resulta que se acuerda de Presuntos Implicados, se pone un vestido de flores y hala, a tomar viento la vocación; la otra monja, por otra parte, ni trata de convencerla, ni de ver si puede ayudarle, ni nada. No soy religiosa, pero me parece triste que los valores y los compromisos se trivialicen de esa manera.
Por último, una mención especial al baño de casposidad que recubre gran parte de la peli. Las niñas monísimas, que se pasan toda la peli enseñando cacho, van a hablar con un productor (hombre) gracias al novio de una de ellas (hombre), y acaban bailándole semidesnudas a un Dios que, por supuesto, también es un hombre sexagenario de dudoso atractivo. La cocinera lo que quiere es un hombre que la saque a bailar. La monja lo primero que piensa cuando se entera de lo del milagro es en hablar con el papa. Al final la pretendida originalidad se disuelve en una masa de clichés y los personajes femeninos siguen siendo marionetas. Es curioso, y un poco triste, que ni siquiera los miembros de una minoría se den cuenta de esto.