En esta brillante película de Ben Affleck, una agente de la CIA tiene la difícil misión de evacuar de Irán a un grupo de diplomáticos estadounidenses que han quedado atrapados en una embajada luego del estallido de la revolución de 1979.

Por Nicolás Bianchi

Argo comienza con una confesión de parte: Estados Unidos ha hecho todo mal en lo que respecta a Irán. Cuando este era un país relativamente próspero y culturalmente abierto, occidente instauró un gobernante corrupto y tiránico que alimentó las fuerzas de la revolución de 1979, comandada por el también brutal ayatolá Khomeini. Después de años de torturas y secuestros los revolucionarios iraníes quieren venganza contra todo lo que remita a esa dictadura.

Dentro de esos objetivos entran todos los ciudadanos estadounidenses que se encuentran en Teherán. Algunos son tomados de rehenes en la embajada, y permanecerán en ese estado durante meses. Se trata de un caso que en su momento conmovió al mundo. Otros lograron escapar y refugiarse en la embajada de Canadá, que en principio no es asediada por los revolucionarios. La misión de Tony Méndez (Affleck) es rescatarlos.

La película se basa en un libro publicado por el agente Méndez, ya retirado, y un artículo publicado por la revista Wired en 2007 que relató esta misma historia. Tal como se presenta en Argo, la odisea de Méndez consta de 3 etapas. En primer lugar, debe diseñar un plan para rescatar a sus compatriotas, en segundo lugar debe convencer a sus superiores Chambers (John Goodman) y O´Donnell (Bryan Cranston). La tercera parte es la más difícil: ejecutar el plan.

La idea que propone Méndez es la de hacerse pasar por un productor canadiense de cine de ciencia ficción. Los paisajes iraníes serían entonces una escenografía ideal para un relato al estilo de Star Wars. Además, por la inestabilidad del país, filmar una película allí sería relativamente barato. Affleck en Argo logra contar esta historia en toda su dimensión. Esto es, con la tensión propia de gente que se está jugando la vida, pero que a la vez está llevando adelante un plan que roza lo disparatado.

Desde el punto de vista político, la película propone una reflexión hacia dentro de Estados Unidos. ¿Qué habremos hecho para que nos odien tanto? Esta cuestión, sin embargo, no hace más buenos a los revolucionarios iraníes. Tampoco hace culpables a los integrantes del cuerpo diplomático que el agente Méndez debe rescatar. Son traductores, lingüistas, administrativos o funcionarios sin rango. No son, claro está, los que toman las decisiones que ponen en crisis o no a un país. Esta condición habilita la condición heroica de la misión de Méndez, que en definitiva va a rescatar víctimas.

Por otra parte, la película consigue una tensión propia de un gran thriller. Los condimentos políticos quedan en un segundo plano cuando la supervivencia depende de un par de acciones que se deben resolver en segundos. Cualquier error puede terminar en una ejecución pública, rasgo de la revolución que el film también muestra al incluir una toma de un hombre ahorcado y exhibido en una grúa. Argo es, entre las ganadoras del Oscar, una de las más destacadas del siglo XXI.

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