Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Sergio Berbel:
10
Drama Georges y Anne, dos ancianos de ochenta años, son profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija, que también se dedica a la música, vive en Londres con su marido. Cuando, un día, Anne sufre un infarto que le paraliza un costado, el amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. (FILMAFFINITY)
15 de mayo de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás estemos ante la película que mejor retrata la vejez como antesala de la muerte de toda la historia del cine. Y es que estamos hablando de Michael Haneke, uno de los más grandes cineastas jamás habidos en el Séptimo Arte. Sus propuestas siempre son profundamente incómodas pero lúcidas, terriblemente misántropas pero veraces, en cualquier caso perfectas. Ha marcado el cine y mi vida con obras maestras incontestables como “La pianista”, “La cinta blanca”, “Caché”, “El vídeo de Benny”, “Funny Games” y, desde luego, “Amor”.

Apenas poco más que dos personajes, un matrimonio de ancianos; un único espacio, el añejo piso fuera de moda y que rezuma antigüedad en el que habitan; tan sólo un conjunto de situaciones concretas que pudieren parecer anecdóticas vistas de forma individualizada pero que, unidas todas ellas en conjunto, suponen el fresco más aterrador sobre la vejez jamás rodado al mostrarnos hasta dónde puede llegar un matrimonio cuando uno de sus cónyuges comienza una imparable cuesta abajo de deterioro físico y mental hasta la muerte, implacable muerte. El guión del propio Haneke es terrible, pura metafísica de lo ineludible, terrorífico, la vida misma. Se trata de Haneke, un dios y, aunque jamás lo parezca, ésta es una película de terror, del peor terror posible, es que es real y diario.

Jean-Louis Trintignant es un anciano que lleva toda la vida habitando el mismo piso parisino junto a su esposa Emmanuelle Riva. Ella fue profesora de piano y viven en un mundo de alcanfor rodeados de viejos recuerdos. Pero, un mal día, la esposa sufre un accidente cerebral y, a partir de ahí, comienza un deterioro continuo imparable que va a poner a prueba la resistencia física y mental de la pareja.

De vez en cuando se asoma por el piso su ajetreada hija, ni más ni menos que Isabelle Huppert (musa hanekiana), a la que el matrimonio anciano prefiere mantener al margen de su drama para que pueda sentirse libre vitalmente.

Una historia seca y árida que encaja como un guante con el estilo igualmente agreste de Haneke. Un film rodado prácticamente en planos fijos y fueras de campo, ambas señas de identidad del genio austríaco, con una fotografía acartonada y sucia de Darius Khondji que encaja a la perfección con la terrible historia que se relata, mientras que la música ambiental no existe para que todo resulte mucho más incómodo, ominoso silencio tan sólo roto con las composiciones de música clásica, sobre todo de Schubert, que escuchan sus protagonistas.

Como no podría ser de otra forma, ganó el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa y fue Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2012. Una obra maestra incontestable.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow