Para quien suscribe estas líneas, el cine moderno se conforma con tres nombres fundamentales: Alfred Hitchcock, Billy Wilder y Stanley Kubrick. Por eso, cualquier acercamiento documental a estas figuras acaba resultando una fuente de la que beber para saber más sobre estos genios que reformularon las reglas del Séptimo Arte. Sin duda, el que lo logró desde antes y con más profundidad que cualquier otro fue el protagonista de “Yo soy Alfred Hitchcock” de Joel Ashton McCarthy. Nadie para explicar la fascinación que el genio creó en el mundo mejor que François Truffaut, cuya histórica entrevista al genio británico constituye la columna vertebral de esta película documental.

El acercamiento de Joel Asthon McCarthy al Universo Hitchcock se lleva a cabo mucho más desde la perspectiva de su filmografía que desde la de su compleja y oscura biografía y, en el hilo narrativo histórico que articula por orden cronológico, nos pasea por sus difíciles inicios en los estudios británicos, su exitoso exilio a los USA, el acogimiento cálido que tuvo en Hollywood, su imposible relación con el dictador David O. Selznick, la liberación de sus especulativas garras y la llegada de la década de los 50, cuando crítica y público se rinden al primer director de la historia del cine con una personalidad pública reconocida y reconocible que lo convierte en una estrella del momento, más allá de sus cameos en cada film que firma.

Después, visionario como siempre fue, apostó por la televisión cuando emerge en los hogares norteamericanos como el gran fenómeno de masas, que él conquista con la serie “Alfred Hitchcock presenta”, lo cual dispara su popularidad hasta cotas jamás vistas en torno a un cineasta. Era el momento de romper definitivamente con todo lo rodado e iniciar una nueva etapa en loor de multitud y llega “Psicosis”, la película que lo cambia todo, incluso a Hitchcock.

Ahí su estrellato público toca techo y, a partir de ella, comienza a languidecer cuando se conoce el inclasificable trato que otorga a sus actrices rubias (la gran obsesión de su vida), especialmente a Tippi Hedren, que es quien lo destapa para el gran público. No obstante, le da tiempo de reformular la historia del cine de género con “Los pájaros”, película de terror en la que no se utiliza una sola nota musical y que obliga a crear tensión tan sólo con el poder de las imágenes.

Después vendrán los 70, la mejor década de la historia del cine, cuando Hitchcock será referencia para toda esa pléyade de genios que beben de una modernidad adelantada a su tiempo, desde Coppola a Scorsese, sobre todo tras la entrevista más famosa de la historia del cine, la que Hitchcock concede a François Truffaut y que cambió el Séptimo Arte para siempre.