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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama. Romance Verano de 1947. Stingo, un joven aspirante a escritor, se instala en una pensión familiar de Brooklyn. Su tranquilidad se verá pronto turbada por la terrible discusión de una pareja que vive en el piso de arriba. Cuando conoce a los amantes queda cautivado por su encanto y simpatía. Ella, Sophie Zawistowska, es una hermosa emigrante polaca y católica. Él, Nathan Landau, un encantador y desequilibrado científico judío. Poco a poco, ... [+]
24 de octubre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunas de las características propias del inmenso cine norteamericano de los 70 (la mejor década del cine para quien suscribe estas líneas) permanecían aún vivas en 1982 cuando se estrena “La decisión de Sophie”. Lejos de ser una película perfecta, esta cinta de Alan J. Pakula es una muestra de cine serio con intenciones honestas y pretensiones intelectuales que, en aquel momento, ya estaba expirando en Hollywood justo a las puertas de la era de monstruitos y palomitas que lo destrozaría todo.

La traslación al cine de la novela de William Styron es de buen nivel, sobre todo por un guión sólido del propio Pakula y unas buenas interpretaciones de su elenco actoral, brillando por encima de todas la de Meryl Streep, que sería justamente galardonada con el Oscar a la Mejor Actriz en la edición de 1982 por su creación de Sophie, una bella mujer que intenta rehacer su vida en Brooklyn durante el verano de 1947 tras haber pasado por el campo de concentración de Auschwitz, donde perdió a su familia.

El protagonista y narrador de la historia, el siempre fantástico Peter MacNicol, es un joven sureño que llega a Brooklyn para intentar escribir un poemario que lo haga saltar a la fama. Sobre la habitación que ha alquilado, habita una pareja ruidosa y extrema, intensa, que pasa del amor al odio en un suspiro y de los gritos a las risas en un instante, formada por un investigador científico que ha acogido en su estancia y en su vida a Sophie para lograr que sobreviva a sus dolorosamente imposibles recuerdos.

La dirección de fotografía del gran Néstor Almendros es prodigiosa, haciendo pervivir la pátina estética del cine épico de los 70 en todo su esplendor. La música de Marvin Hamlisch es preciosa y, sin embargo… algo no acaba de encajar para que nos quede en la mente una obra maestra. Seguramente por dos causas fundamentales: su excesivo metraje que lleva a repeticiones de situaciones innecesarias por un lado; y el error de casting de dejar a Kevin Kline la encarnación del volcánico Nathan, personaje que le desborda de principio a final y con el que otro actor más cualificado podría haber logrado llegar muchísimo más lejos.

Lo mejor de la cinta es su narración fracturada donde el pasado y el presente se van complementando para acabar entendiendo la magnitud insondable de “La decisión de Sophie”.
Sergio Berbel
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