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Voto de Sergio Berbel:
3
7,1
2.332
Documental. Drama Diario íntimo de una mujer de clase acomodada, Vivian Barrett, ilustrado por las filmaciones caseras de su marido León, un rico industrial, entre los años 40 y 60 del siglo pasado. La película es también un melodrama clásico a lo Douglas Sirk o Todd Haynes, con los sentimientos a flor de piel. Un viaje en volandas a través de la vieja Europa. Un ensueño romántico.
25 de octubre de 2022
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Se puede experimentar en los límites del cine todo lo que se quiera. De hecho, cuanto más mejor. Las fronteras entre géneros están para destrozarlas a golpe de genialidad. Mezclar realidad y ficción además siempre resulta apasionante. Pero… tan sólo cuando existe una historia que contar. “My Mexican Bretzel” es una extraña y soporífera incursión en un territorio desconocido por parte de Nuria Giménez Lorang.

Y es que la idea primigenia, sobre el papel, resulta fascinante: utilizar las viejas películas caseras de sus abuelos, mezclarlas con frases del diario de su abuela y crear un melodrama clásico a lo Douglas Sirk con todo ello. Sin embargo, el resultado es aburrido hasta la náusea, y continente y contenido se acaban atragantando por más interés que el espectador le otorgue a la aventura.

Pequeña revelación en los Goya 2020, esperaba mucho de ella y el desencanto ha sido absoluto. Nuria Giménez Lorang va entremezclando las imágenes filmadas entre los años 40 y 60 por sus abuelos para contarnos una historia quizás demasiada pegada a la realidad del diario de su abuela: una plana vida de unos burgueses ricos que causan mucho más asco que pena en un tiempo donde su tragedia pija da risa y ganas de empujarlos contra la cruda realidad de los problemas reales del proletariado.

La protagonista está muy apenada por tanto esquiar en Suiza, viajar por Francia, cruzar el Atlántico hasta América en varias ocasiones y darse la vida padre a costa de una fortuna de origen desconocido para el espectador, pero seguramente incalificable, como todas. Pero eso no es lo peor de la propuesta: lo más intragable resulta ser la edición de sonido de la misma, prácticamente muda durante su corto pero cansino metraje. Apenas algún sonido que otro y pocas notas musicales entre un silencio general aburrido hasta decir basta. Alguien debió explicarle a Nuria Giménez Lorang que el cine es tanto sonido como imagen, una sabia mezcla de ambos.
Sergio Berbel
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