Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Sergio Berbel:
10
Drama La vida de Katja se hunde cuando su marido y su hijo mueren en un atentado. Tras el duelo y la injusticia, llegará el tiempo de la venganza. (FILMAFFINITY)
11 de marzo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alguien ha logrado hacerlo ante una pantalla de cine: igualar el dolor inenarrable y arrasador de una mujer que pierde a su marido y a su hijo en el mismo acto que sublimara para siempre Juliette Binoche en “Azul” del dios padre Kieslowski. Diane Kruger lo ha igualado en “En la sombra” del siempre interesante director turco Fatih Akin. Y lo que es aún más meritorio, mezclándolo sabiamente con una relectura de otra obra maestra, en este caso norteamericana, “En la habitación” de Todd Field.

Un cineasta soberbio, propietario de una filmografía coherente y sólida, entre la que brilla con luz propia “Contra la pared” y, ahora, “En la sombra”, una obra maestra absoluta del cine europeo. Una cinta desgarradora, compleja, nada condescendiente, a ratos rozando lo inmoral en su tramo final, escupiendo a la cara de la burguesía europea cual Haneke, dramáticamente insoportable por momentos, gozosamente magistral, sin contemplaciones, directa a la yugular del espectador, generadora de debates multidisciplinares y polémicas como pocas.

A diferencia de la viuda que además pierde a su hijo (la situación es tan terrible que no hay palabra en castellano ni en inglés para definir a unos padres que pierden a su hijo) que interpretara Binoche en la película de Kieslowski, la que encarna Diane Kruger no se encierra en su dolor, todo lo contrario, es de armas tomar, es su antítesis, está al borde de todo, incluido de la ley, y tiene claro que, dado que su vida ya no tiene sentido, vivir de esa manera es una opción como otra cualquiera.

La cinta, dividida en tres partes perfectamente diferenciadas temática y estilísticamente (La familia, La Justicia y El mar), brilla como nunca antes sobre todo en su primera entrega. La primera media hora del metraje de esta obra maestra está a una altura e intensidad pocas veces vista en una pantalla, arrasando el espíritu del espectador de forma inmisericorde, tocándole el alma para siempre. Es el momento de la pérdida, y Fatih Akin no ahorra desgarro al espectador, lo sumerge de cabeza en un pozo sin fondo sostenido por una interpretación de Diane Kruger totalmente inmersa ya en los anales del cine, presente en todos y cada una de las escenas de una película que es suya, que es ella, que gravita a su alrededor de forma total. De esa primera media hora, no hay espíritu que salga indemne. Diane Kruger decide establecer un hito en la interpretación europea y dejarnos para la posteridad el dolor de una madre viuda inolvidable por definición.

Luego en su segunda parte, cambiando incluso de forma virtuosa el estilo fílmico para subrayar la diferencia, Akin nos traslada a un drama judicial al uso, para reservarnos en la tercera parte un final desasosegante y discutible, muy discutible moralmente, pero profundamente humano. Con un tercer estilo cinematográfico mucho más abrupto para ello (eso solo está al alcance de los grandes genios como Akin) y donde la sombra y el eco de “En la habitación” de Todd Field, esa obra maestra incontestable, es muy alargada.

El turco lo ha vuelto a hacer, nos ha vuelto a golpear en el estómago con otra obra maestra que permite debatir tras su visionado profundamente sobre todos las encrucijadas morales que plantea en una sociedad donde los extremismos reinan entre nosotros cada día más y saben aprovecharse de las rendijas del sistema para ello. Nos ocultan que la contestación violenta fascista al islamismo existe y está presente en Europa, que en Alemania mueren constantemente migrantes a manos del fanatismo neonazi. Fatih Akin elige una forma maravillosamente cinematográfica para recordárnoslo. Absolutamente imprescindible.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow