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Voto de Sergio Berbel:
9
Cine negro. Thriller Dos ex-convictos no demasiado brillantes son contratados para asaltar una lucrativa partida ilegal de poker. Las culpas recaerán sobre el organizador del juego y los ladrones podrán empezar una nueva vida. Por desgracia, el dinero robado pertenece a la mafia, que se pone en contacto con el investigador y asesino Jackie Cogan para encontrar a los culpables. (FILMAFFINITY)
28 de julio de 2020
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Qué duda cabe que Andrew Dominik es poseedor de uno de los lenguajes cinematográficos más superdotados, personales y reconocibles del cine de nuestro tiempo. Y el que crea que exagero que eche un vistazo a “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” (su esteticista aterrizaje en el western) o “Mátalos suavemente”, una cinta de gangsters canónica con una capacidad visual deslumbrante.

Dominik, también responsable del guión que adapta la magnífica novela homónima de George V. Higgins, nos sumerge en los entresijos de unos delincuentes de tres al cuarto que son contratados para dar un palo en mitad de una timba llena de gente poco recomendable. Lógicamente, lo que sucede después es que están sentenciados a muerte. Todo ello con un trío de características poco habituales y brillantes en este tipo de cine:

1. Una contextualización histórica impresionante. Durante toda la película radios y televisiones nos acompañan de fondo contándonos de primera mano la crisis bancaria de 2008. Constantemente, por debajo de la acción y de los personajes, siempre se está hablando de la crisis (estafa) provocada por la banca norteamericana.

2. Los diálogos de sus personajes. Sus mafiosos son más de hablar que de acción. Analizan mucho antes de disparar y vienen de vuelta de todo. Son melancólicos, están tristes y cansados de su forma de vida, están desencantados del mundo (ojo a la última frase de Brad Pitt que cierra brillantemente la cinta con un análisis político brillante resumido en una sola y certera frase).

3. Su casting, absolutamente apabullante. Desde el inmortal James Gandolfini encarnando a un personaje quizás no muy lejano de su eterno Tony Soprano, pasando por un Brad Pitt antológico, o las impagables aportaciones de Ray Liotta o Richard Jenkins (notable su creación del abogado), todos sus actores están en estado de gracia y sostienen unos diálogos filosóficos y profundos impropios de unos gángsteres de poca monta resultando creíbles en todo momento.

Y, como siempre, la capacidad plástica de Dominik, un virtuoso de la creación de belleza artística a través de imágenes que nos deja en la escena del tiroteo entre coches una de esas que jamás vas a olvidar una vez vista. Cine de muchos kilates para una historia tan violenta como adictiva.
Sergio Berbel
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