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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
7
Drama. Comedia. Intriga Estado de Nueva York, años setenta. Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador, y su inteligente y seductora compañera Sydney Prosser (Amy Adams) se ven obligados a trabajar para un tempestuoso agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper), que sin querer los arrastra al peligroso mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey. (FILMAFFINITY)
19 de junio de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo apuntaba a que “La gran estafa americana” estaba destinada a convertirse, por fin, en la gran obra de David O. Russell, la que le convirtiera su nombre, asociado a productos de corto recorrido que ocasionalmente convencían a la crítica (“El lado bueno de las cosas”) y puntualmente al público (“The fighter”), en una marca asociada a producciones de altos vuelos de las que tienen a su disposición presupuestos mareantes y gestionan recursos técnicos y artísticos a lo grande. De hecho, todos sus actores fetiche (Chrstian Bale, Amy Adams, Jennifer Lawrence, De Niro y Bradley Cooper) acudieron nuevamente a su llamada junto con otros nombres nada desdeñables para formar parte de una obra de amplio espectro argumental y temporal que, por su ritmo frenético, su esquema narrativo y su puesta en escena, quiere recordar (a mí por lo menos) al Scorsese de “Casino”.

Y la verdad es que en la película no defrauda en lo estético, con una lujosa escenografía plenamente empapada del colorismo hortera de los años setenta a los que nos quiere transportar. Cada escena, cada plano, cada encuadre, cada diálogo está trabajado con el perfeccionismo obsesivo, algo recargado, del que sabe que tiene a su alcance reivindicarse como uno de los grandes directores contemporáneos y eliminar dudas sobre su capacidad para contar historias que se salgan de lo puramente emotivo y entren en la épica y el espectáculo. En ese sentido, ciertamente, “La gran estafa americana” no defrauda: Russell hace visible cada euro de presupuesto en escenas grandiosas en lo técnico (atrezzo y fotografía) y lo humano (cientos de extras por todas partes) y sabe contar una historia de mafiosos y buscavidas a varias bandas, que involucran toda clase de registros.

“La gran estafa americana” deja un gran sabor de boca por lo complejo (y bien escrito) de los personajes, la forma tan natural y dinámica de presentarlos, lo intrincado de las relaciones entre ellos y la forma tan fluida de llevar la historia a su desenlace. Su problema, creo yo, está precisamente en ese desenlace. O quizá, más que problema, sea la sensación de que Russell ha hecho una buena película, como siempre, pero ha vuelto a no estar a la altura. No ha llegado el fundido a negro y no han empezado a salir los créditos y todo el buen sabor de boca del que hablaba empieza a agriarse en el paladar: ¿en serio tanto rollo, tanto giro y tanto despiste durante más de dos horas de película para un timo de poca monta? Ojo, no es un mal final, pero yo creo que Russell se había tirado dos horas cebando lo que parecía una macrooperación contra la corrupción institucional y la Cosa Nostra y nos termina ofreciendo un rollo psicoemocional en el contexto del crimen de bajo nivel. Bastante realista y verosímil, pero exactamente el mismo tono cotidiano del que se suponía que quería escapar. Y, en definitiva, ¿hacía irse tan lejos en el espacio y en el tiempo y montar toda esta coreografía retro para mostrar unas tramas delictivas lo que podemos encontrar en cualquier Ayuntamiento nacional hoy en día?

No sé. Empiezas decepcionado porque “Uno de los nuestros” se ha transformado en un capítulo de “Vota a Juan” y ya empiezas a apreciar ciertos excesos y carencias (el papel caricaturesco de Cooper, la forma simplona de resolver el conflicto de Lawrence…) con los que habías sido indulgente. Habrá quien diga que importa más la técnica que el contenido, del mismo modo que Velázquez hizo obras maestras retratando bufones y viejas friendo huevos… pero yo diría que la técnica de Russell aún no está tan perfeccionada. Imposible no reconocer que va de más a menos y, aunque buena, termina dejando la conocida sensación de vacío, de película hueca, que siempre asocio a este hombre. Otra vez será.
OsitoF
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