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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
6
Comedia. Fantástico Recién casados, Ted y Tami-Lynn quieren tener un bebé. Pero antes de ser padre, Ted tendrá que demostrar ante un tribunal de justicia que es una persona. Secuela de la exitosa "Ted" (2012). (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha costado dos chascos y un ostión, pero parece que ahora sí, Seth MacFarlane, el propietario/ideólogo/creador de la franquicia “Padre de Familia” y sucedáneas, ha terminado por fin de asimilar la evidente lección que mucha gente (yo mismo) le lleva intentando explicar desde que, allá por 2012, se atreviera a dar el salto y tratara de trasladar la esencia de su exitosa saga desde los episodios cortos de dibujos animados a la película de larga duración con actores de carne y hueso: cine y TV son formatos distintos y lo que funciona en uno, no tiene por qué funcionar en otro.

A “Padre de Familia”, “Padre made un USA”, “El show de Clevelan” etc, etc… les va bien por múltiples motivos. Uno de los más importantes es que siendo una emisión televisiva, el espectador es menos exigente (no ha pagado una entrada que espera amortizar, como mucho ha pagado una suscripción con la que tiene acceso a más productos) y se muestra más generoso a la hora de entender que los episodios tengan altibajos o diferencias de calidad entre ellos. Se conforma con menos, vamos. Igual que tampoco pasa nada por explotar hasta la saciedad el mismo esquema de zascas a celebridades: alguien dice una cosa absurda sobre un famoso («No he visto a nadie correr tan rápido desde que Katie Holmes - es un decir - abandonó a Tom Cruise - es otro decir -») y el plano cambia a ese famoso en esa situación absurda para ridiculizarle (Katie Holmes, siguiendo con el ejemplo, huye con varios supuestos novios esclavizados de Cruise mientras éste les persigue enfurecido). En episodios de veinte minutos solo caben dos o tres de estos sketches por lo que la reiteración no satura. Además, el formato animado permite introducir en el gag a los famosos objeto de burla con personajes caricaturizados, lo que en el fondo es la esencia de la parodia. Y también está claro que una serie animada es una serie de ficción, por lo que el público es más receptivo a personajes imposibles como un marciano o un perro que habla, personajes que dan mucho juego cómico con sus puntos de vista o su intento de comportarse como humanos.

Pero, ay, una película es harina de otro costal. No puedes contar con famosos que se presten a reírse de sí mismos, lo que desvirtúa los zascas. Tampoco puedes repetir el mismo chiste quince veces sin agotar la paciencia del espectador y, quizá lo más importante, no te puedes permitir un episodio flojo que ya compensarás con la entrega de la semana que viene. El público espera una hora y media o dos horas de desconexión, con cierta regularidad en el nivel cómico ofrecido. Y lo de meter personajes no humanos como un osito de peluche… uff… está en el límite de lo aceptable. “Ted” lo salvó con una buena introducción en la primera entrega, pero estoy seguro de que más de una y más de dos personas (sobre todo entre público de cierta edad) no le dio ninguna oportunidad y no se planteó ver la película. Los que sí entramos en la propuesta encontramos lo ya comentado: chistes buenos con chispa mezclados con chistes malos y gags sin energía. Y con mucho relleno. No es lo mismo meter algo de paja para alcanzar los veinte minutos que para cubrir dos horas. “Ted” adolecía de la alarmante falta de ritmo propia de quien habitualmente no tiene problemas para completar la esperada entrega semanal y ahora tiene que dosificar el material y repartirlo entre dos horas, obligando a muchas escenas de transición a las que no está acostumbrado y, sobre todo, a dar algo de sentido a la película, una mínima trama que obliga a esfuerzos creativos adicionales y de integración con los sketches. Y que no sea ni muy ligera, ni muy pesada que entorpezca los chistes.

“Ted 2” sigue por ese camino. Es la esperable digna secuela de una película normalita que nunca va aspirar a recibir valoraciones por encima del seis y que oscilará siempre entre el cuatro y el cinco, según el estado de ánimo del momento. Ofrece el mismo humor gamberro, las mismas insinuaciones sexuales de doble sentido, las mismas autoparodias y las mismas situaciones cómicas groseras de siempre, quizá algo más suaves y con menos capacidad de sorpresa. Y con el mismo lastre que supone haber elegido el doblaje macarrónico y cazallero de Santi Millán en lugar de utilizar un actor de doblaje profesional. Aún así, por supuesto, es muy superior en todos los sentidos a la infame “Mil maneras de morder el polvo” pero no termina de cuajar más allá de cuatro risas aquí y allá.

¿Cuatro risas es mucho o es poco? ¿Merece la pena o no? No sabría decir, cada cual debe decidir. Lo mejor es que MacFarlane parece haber aprendido la lección y no ha reincidido en proyectos de este estilo, ha vuelto a su zona de confort de dibujos animados y series de TV.
OsitoF
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