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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
8
Bélico. Drama Segunda Guerra Mundial (1939-1945). La batalla de Iwo Jima (1945), el episodio más cruento de la guerra del Pacífico, quedó inmortalizada en la foto de unos soldados que izaban una bandera norteamericana. El objetivo de esta batalla era la toma de un islote insignificante, pero de gran valor estratégico, pues desde allí los japoneses defendían su territorio. En la contienda cayeron más de 20.000 japoneses y 7.000 estadounidenses. ... [+]
26 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siendo educadamente generosos, lo más políticamente correcto que se puede decir del binomio formado por “Banderas de nuestros padres” y “Cartas desde Iwo Jima” es que cuesta entenderlo y asimilarlo. Siendo más castizos, la realidad es que cuesta digerirlo y se hace un poco de bola. No por la incuestionable calidad de las dos obras por separado, desde luego, sino por su planteamiento de enlazar a través de dos películas dos historias tan diferentes entre sí.

Pero vayamos por partes. La idea es brillante, casi diría que el germen de una obra maestra: contar una batalla, la de Iwo-Jima en la Segunda Guerra Mundial, desde la perspectiva de los dos bandos enfrentados. En sí mismo no es una novedad, muchas películas de guerra meten escenas desde los dos bandos, aunque generalmente para explicar ciertos acontecimientos o dar perspectiva global; la innovación está en dedicar toda una película entera a un contendiente y otra al otro. Así, “Banderas de nuestros padres” está narrada desde el punto de vista de los marines americanos y “Cartas desde Iwo-Jima” desde la perspectiva japonesa. Ambas son películas de la factoría Eastwood, así que las dos tienen una factura técnica fuera de toda duda, cuentan la historia que quieren contar de una manera comprensible, entretenida y espectacular.

Donde yo creo que el díptico falla – yo soy de los que se sintieron un poco desangelados con el resultado global final – es en la asimetría de lo que cuentan. “Banderas de nuestros padres” arranca con una inolvidable secuencia bélica de desembarco, pero en el fondo es un drama de trasfondo meramente humano. “Cartas desde Iwo Jima” sí es cien por cien una película de guerra. Ambas películas hubiesen funcionado mejor por separado olvidándose de la una de la otra, porque las inevitables referencias entre ellas para intentar cohesionarlas no cierran hasta no terminar de ver las dos. Incluso diría que hasta no ver las dos películas casi seguidas. Aquí habrá opiniones para todos los gustos. Los vínculos están trabajados, tienen calidad técnica, y habrá quien diga que son lo que hace de las dos películas una única obra maestra. No diré yo lo contario, mi cultura cinematográfica no da para tanto, pero a mí se me antojaron forzados y fríos.

“Banderas de nuestros padres”, como decía, empieza como cine bélico, con planos espectaculares de la flota de invasión americana, con un despliegue de efectos digitales para recrear los medios aeronavales digna de mención que conduce a una secuencia de bombardeo y desembarco que se queda a pocas unidades de calidad de “Salvar al soldado Ryan”. La atmósfera de la isla volcánica de Iwo Jima se palpa y refleja todo lo que se ha documentado sobre la batalla. Hasta ahí, la película es irreprochable adrenalina en estado puro… Pero, ay, todo eso no es más que la introducción a “Cartas desde Iwo Jima”, porque una vez que llegamos a la escena del icónico alzamiento de la bandera en el monte Suribachi, empieza realmente la película: ¿qué pasó con la bandera y con los hombes que la alzaron? Hay un anticlímax que abre paso a dos horas del lado más oscuro y sórdido de la guerra: la retaguardia en la que los listos de siempre se enriquecen y utilizan a los héroes mientras los soldados mueren en el frente.

Sí, cierto, lo que cuenta no es menos cierto por el hecho de que sea desagradable y poco honorable. Y está bien arrojar luz a ese mundo asqueroso. Pero la valoración de la película se resiente – injustificadamente, lo reconozco- por culpa de unas expectativas que se desmoronan. No quita ni un ápice de calidad a la obra, pero parte de los requisitos de una obra maestra es tiene que hacer disfrutar aunque lo que cuente sea poco disfrutable.

No me extenderé en comentar obviedades sobre el cine de Eastwood y su maestría para el ritmo, el montaje, la fotografía, la dirección artística… como siempre, “Banderas de nuestros padres” no podría ser mala ni queriendo, pero ha cedido parte de su espíritu para encajar en el conjunto y resulta confusa. De todos modos, para evitar malos entendidos, voy a ponerle un 8 a las dos películas, pero yo creo que “Banderas…” es un 7 y “Cartas…” es un 9.
OsitoF
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