Empieza la película con el logo de Netflix a toda pantalla, rojo sobre blanco. Aún no he entendido si eso significa que es una película Netflix a todos los efectos, subvencionada por Netflix o que simplemente forma parte del catálogo de Netflix, pero el caso es que el concepto “Netflix” ha adquirido un aura de calidad que hace que inmediatamente asociemos cualquier cosa que lleve su firma a una expectativas considerables, expectativas que “Cargo” se queda bastante lejos de alcanzar.

Como sucede en muchas de estas películas que arrancan con el logo de Netflix, signifique lo que signifique, “Cargo” no ha parecido sufrir estrecheces prespuestarias y se ha convencido a gente famosa, en este caso Martin “Watson” Freeman, sufriendo de lo lindo fuera de su zona de confort cómica. El dinero está a la vista en la fotografía y en la ambientación que recrea una Australia zombificada postapocalítica. Pero como también sucede en estas películas-relacionadas-de-alguna-manera-con-Netflix, el producto final es frío y desangelado, con una idea central de cierto potencial pero mal ejecutada. La sensación es de desequilibrio entre ciertas áreas técnicas para las que parece que se pudo contar con profesionales y otras en las que sólo había disponibilidad de amateurs o escaso presupuesto. Bajan el nivel elementos como la dirección -soporífera, arrítmica-, la música -he visto mejores bandas sonoras jugando al Spectrum- , el guión -incapaz de llenar las transiciones entre las escenas interesantes con algo distinto a amaneceres y atardeceres-, los efectos especiales -el comportamiento de los zombies oscila entre lo esperpéntico y lo errático- o los actores secundarios.

La sensación final es de cutrez y sólo despedazando “Cargo” en sus partes es posible encontrar elementos positivos como los ya comentados -fotografía, ambientación, ciertas ideas- o momentos que realmente impactan al espectador y están al nivel de “The Walking Dead”. Todo lo demás es aburrimiento y ridiculez.