Comparar “Igor” con lo mejor Dreamworks es como comparar un huevo con una castaña. Compararla con lo mejor de Pixar es como comparar un huevo de Fabergé con esa misma castaña. Aunque resulte obvio, lo diré claramente: en ambos casos, la castaña es “Igor”.

Siendo benévolos, pensando bien de sus creadores, “Igor” es una obra enormemente ligera que intenta compensar sus limitaciones técnicas y su simplez argumental con una imposible estética gótica, pero superada hace ya muchos años. Podría haber causado algo de sensación por los años en los que Tim Burton se destapó con “Pesadilla antes de Navidad”, pero hoy día son parece tan anacrónicos como los de Hannah Barbera. En cuanto a historia tan solo es la forma de unir tres o cuatro golpes de humor blanco sin malicia, y también sin interés, mediante las dosis justas de acción y clásicos moralizantes (ya sabeis: la belleza está en el interior y hacer el bien está mejor que hacer el mal).

Pensando mal, la historia es un refrito aficionado de “Monstruos SA” y “La novia de Frankestein” hecho deprisa y corriendo en plena moda de películas de animación, a ver si algún incauto se piensa que todo lo que hay en el cine es de Pixar o Dreamworks y paga la entrada. Desconozco si llegó a estrenarse en cine, pero compadezco a los padres que pagaron las entradas para tener entretenidos un rato a los niños: “Igor” es, como mucho, una película para ver en DVD.

Flojita, muy flojita. Aburrida, muy aburrida.