La valoración de “Lo que hacemos en las sombras” tiene mucho que ver con la forma de cada uno de considerar el género mockumentary o falso documental, donde unos supuestos entrevistadores fingen estar realizando programa sobre un determinado tema con toda la parafernalia y solemnidad del documental clásico o el reportaje de investigación, pero con unos protagonistas pintorescos que generan un contenido disparatado. Algunas veces la gracia está en lo que hacen los entrevistados, algunas veces en lo que dicen y hay ocasiones en la que el objeto de parodia es el propio género documental, en un panorama audiovisual en el que ya se hacen crónicas sobre cualquier cosa.

Para mí, el género pareció una buena idea y me resulta agradable, aunque el formato empieza ya a estar sobreexplotado y lo normal es que la primera película lo pete, la segunda entretenga y las siguientes sucesivas cansan. Aunque cronológicamente sea anterior, vi “Lo que hacemos en las sombras” después de “Popstar” y, sin el factor sorpresa a su favor, me pareció simplemente curiosa y entretenida, sin más. Los gags son inteligentes y es un acierto su componente de crítica de esos documentales sobre cosas intrascendentes que se sobredimensionan para generar una expectación que el tema a tratar ni tiene ni se merece, pero ayuda a vender un programa. Lo que pasa es que al cabo de tres o cuatro sketches, cuando te das cuenta de que hay por delante una hora y media del mismo tenor, la cosa se hace pesada. Sobre todo a medida que los chistes buenos se van agotando y hay que recurrir a gags de relleno no tan eficaces o hay que desarrollar alguna trama y salir de la zona de confort.

Buena en los apartados técnicos de dirección, fotografía, etc… y con un guion bastante trabajado que saca humor de casi todos los tópicos conocidos del mundo vampírico, incluso se atreve a manejar con acierto algunos efectos especiales que no eran del todo necesarios, pero dan color a la producción. Creo que a “Lo que hacemos en las sombras” hay que darle el crédito de la innovación, de ser la primera o una de las primeras películas que vieron esta oportunidad de renovar el género de la comedia, pero también hay que entender a los que piensen que este modelo aplica más a sketches de cinco minutos en programas de José Mota que a películas de hora y media.